El microscopio fluorescente de alta resolusión permite ver moléculas en células vivas, fundamental para estudiar el alzheimer o el parkinson
Un pelo humano visto bajo la luz de uno de estos súper microscopios es lo que ha utilizado el comité de los Nobel para mostrar cómo se ve el mundo gracias al ingenio de tres investigadores recién laureados. La Real Academia de las Ciencias Sueca ha entregado este miércoles el más prestigioso premio de Química a los estadounidenses Eric Betzig y William E. Moerner y al alemán Stefan W. Hell por el desarrollo del nanoscopio, el microscopio fluorescente de alta resolución que, superando con creces las limitaciones de los instrumentos ópticos, permite ver los objetos a una escala nanométrica. Gracias a su trabajo, las moléculas dentro de células vivas aparecen ante los ojos de los científicos, lo que resulta fundamental a la hora de estudiar enfermedades como el alzheimer o el parkinson. Lo más diminuto no tiene dónde esconderse.
En 1873, el microscopista Ernst Abbe estipuló un límite físico para la resolución máxima de la microscopía óptica tradicional: nunca podría llegar a ser mejor que 0,2 micrómetros. Mucho tiempo después, en el año 2000, Hell, director de Química Biofísica en el Instituto Max Planck, desarrolló el primer método que revolucionaría este campo: la microscopía de emisión estimulada (STED). Se trata de un sistema de dos rayos láser, uno estimula moléculas fluorescentes para que brillen y el otro anula la fluorescencia a excepción del volumen de tamaño nanométrico. El escaneo, sobre la muestra, nanómetro a nanómetro, produce una imagen de una resolución mayor que el límite de Abbe.
Una sola molécula
Después, Eric Betzig, del Instituto Médico Howard Hughes, y William Moerner, profesor de Física en la Universidad de Stanford, en un trabajo por separado, dieron el segundo paso con el desarrollo de la microscopía de una sola molécula. El método se basa en la posibilidad de encender y apagar la fluorescencia de moléculas individuales. Los científicos toman la imagen de una misma zona varias veces, dejando sólo que unas pocas moléculas intercaladas brillen cada vez. La superposición de estas imágenes produce una imagen de súper resolución a nanoescala. Betzig empleó este método por primera vez en 2006.
Hoy, la nanoscopía se utiliza en todo el mundo y «produce diariamente un nuevo conocimiento para mayor beneficio de la humanidad», dice el comité de los Nobel. Gracias a esta invención, los científicos pueden ver, por ejemplo, cómo las moléculas crean sinapsis entre las células nerviosas del cerebro y pueden rastrear proteínas implicadas en la enfermedad de Parkinson, la de Alzheimer o la de Huntington.
El premio sigue al Nobel de Física, que el martes fue otorgado a los japoneses Isamu Akasaki, Hiroshi Amano y Shuji Nakamura por la invención de las actuales eficientes bombillas LED.