Opinión – La crisis de la deuda debe ser afrontada sin eufemismos mal intencionados

PAGADIOS

“No vamos al default, van a tener que inventar un término nuevo para disfrazar lo que pasa”. “En default entran los que no pagan, y la Argentina pagó”, sostuvo Cristina Kirchner sobre el litigio con los holdouts. Pidió que haya un seguro financiero ante la cláusula RUFO y reafirmó que seguirá negociando. Frases y conceptos que no hacen cosa que demostrar aún más la desconexión con la realidad: la Argentina ya está en default desde el mismo momento en que la justicia falló reconociendo el derecho de los acreedores.  A las puertas de una nueva reunión en Washington por la disputa con los fondos que no entraron al canje, la presidente Cristina Kirchner volvió a ocuparse del tema y, una vez más, defendió la postura que el Gobierno ha exhibido en las negociaciones.“Vamos a seguir hablando, vamos a ir cuantas veces sea necesario a donde haya que ir. Pero con nuestras razones, que no son caprichos”, avisó. Acompañada por parte del gabinete y el gobernador Daniel Scioli, la mandataria ocupó buena parte de su discurso en un acto en la localidad bonaerense de General Rodríguez para advertir que la Argentina no entrará en default: “La Argentina no va a entrar en default por una razón sencilla, tan obvia que no tendría que decirla: en default entran los que no pagan. Y Argentina pagó”. Arropada en los clásicos aplausos alquilado la jefa de estado volvió a enamorarse de sus palabras y, una vez más sin pensar en lo que decía, insistió en su ecuación buenos-malo que sólo ha servido para estirar durante una década una ensoñación que pone al país al borde de una verdadera catástrofe financiera. El propio juez Griessa en reiteradas ocasiones -la última en la reunión de hace apenas 48hs- dejó en claro la molestia que para el sistema de justicia norteamericano, que fue el elegido por Argentina para resolver el diferendo, supone el mensaje agresivo y descalificador de un gobierno que parece creer que allí también la impunidad de las palabras puede torcer la realidad. Y es muy importante que para formar nuestra opinión acerca de lo que está pasando tengamos siempre presente lo que afirmamos más arriba: fue la Argentina, sin imposición alguna y seguramente convencida de que encontraría otros resultados, la que planteó a la justicia de Nueva York como el ámbito de resolución de controversias en la cuestión de la reorganización de su deuda. Nadie impuso la jurisdicción…nadie planteó otra. Por tanto es muy poco serio pretender ahora que Griessa, la Cámara de Apelaciones de Nueva York y la propia Corte Suprema de los EEUU son nuestros enemigos. Si esto fuera así, a la discutible actitud de resolver unilateralmente que es lo que estamos dispuestos a pagar habría que sumarle una infrecuente dosis de estupidez al elegirlos como árbitro de nuestros problemas. Y sin embargo, sin siquiera plantearse el gobierno en que cosa pudo haber fallado ante el peso de la realidad, Cristina sigue insistiendo en provocar, agredir e insultar, como si no tomase nota de que cuando tres niveles judiciales fallan en un mismo sentido lo menos que puede hacerse es suponer que en algún punto se cometió un error. Seguimos gobernando “para la tribuna”, seguimos creyendo que el mundo -que hace una década decidió que Argentina es irrecuperable y que no valía ya la pena intentar esperarla, se compone de un cúmulo de perversos que sólo pretende destruir a una nación virtuosa, cumplidora y de buena gente. Claro que quienes así obran bien se cuidan, por si acaso, de “tirarle el muerto” al gobierno que viene que deberá afrontar el insólito arreglo con el Club de París, la indemnización cuantiosa a Repsol y seguramente el ruinoso pago a los acreedores de esta escandalosa causa y a los que habiendo arreglado en 2005 y 2010 encuentran ahora en la torpe irresponsabilidad de esta administración un resquicio que pudo ser evitado y que les permitirá volver a la carga por nuevos y hasta ahora impensados pagos. Demasiados errores como para creer que sólo se trata de torpeza. La actitud del período Kirchner nos habilita a pensar que, tal vez pensando tan sólo en sus propios intereses, nuestros gobernantes se limitaron a llevar adelante un accionar irresponsable, basado tan sólo en el discurso y la mentira y que culmina ahora con la intención se “sacarse de encima” los problemas para en el futuro culpar al que le siga en turno de todos nuestros males. Saben que cuentan con una sociedad que seguramente será irresponsable cómplice de la maniobra en poco más de dos años….