Otro marplatense entre la angustia y el desamparo

RedacciónEl drama de los varados en el exterior sigue dejando historias conmovedoras que nos ponen a cada paso de cara a una estado que no alcanza a contener a sus ciudadanos.

Marcelo Adrián García es un comerciante marplatense que por estas horas desespera en Toronto (Canadá) a la espera de poder volver a su país. Tiene 65 años y aquí en Mar del Plata trabaja todo el día en su almacén de la Avda. Carlos Tejedor para sostener a los suyos y, en los últimos años, para lograr un sueño que sacrificadamente llegó a cumplir: viajar a Hawai, donde su hijo vive desde hace 10 años, para conocer sus sus tres nietos de 12, 8 y un año y medio a quienes nunca había podido ver. El vuelo hacía escala en dicha ciudad canadiense de donde partía también el de retorno al país y en donde el viajero no tiene nadie a quien recurrir en forma personal.

En enero de este año consiguió su objetivo pero, cuando parecía que la vida compensaba todos sus desvelos, el drama de la pandemia universal se hizo presente para convertir el disfrute en un calvario.

El 23 de marzo Marcelo tenía su vuelo por Air Canadá para volver a la Argentina, pero la decisión del gobierno de cerrar Ezeiza a la llegada de vuelos internacionales lo dejó varado en Canadá sin poder embarcar de regreso. Pese a que desde el consulado argentino en ese país y de la propia aerolínea le aseguraron, hasta el día antes de su retorno, que todo estaba en orden y su viaje estaba asegurado.

Durante los primeros 15 días de espera pudo alojarse en un departamento del que sin embargo fue desalojado por un simple mail que le informaba que debía irse o pagar de su bolsillo el costo de la permanencia. Y Marcelo no tenía los medios para hacerlo como tampoco para acceder a la medicación que necesita para tratar una enfermedad de base que además no recibió asistencia sanitaria alguna.

¿Sabe el lector cuál fue el argumento para dejarlo en la calle?: desde el consulado argentino le dijeron que en Toronto hay refugios para que duerma la gente en situación de calle. Si, tal cual usted lo está leyendo, ese es el trato que en este caso -y en tantos otros que hemos tocado anteriormente- nuestro cuerpo consular brinda a sus compatriotas en muchos lugares del mundo.

Y esto no es gratis; la situación de abandono de los argentinos y la falta de asistencia agrega el maltrato de migraciones en muchos aeropuertos en donde a quienes provienen de nuestro país suele tratárseles como delincuentes. Sin nadie que exija en su nombre el cumplimiento de las normas y tratados internacionales…

Un caso más de este drama que algunos desde Cancillería tratan de tapar y que aún afecta a miles de ciudadanos de nuestro país que esperan una respuesta. Y aunque resulte reiterativo -y de ninguna forma signifique que quienes no han actuado con responsabilidad pierdan por ello el derecho a ser asistidos por el servicio exterior argentino- aquí estamos tratando otro caso que afecta a alguien que viajó mucho antes de la declaración de la pandemia y no de quien desoyó un drama universal declarado.

Pero la respuesta es la misma: arréglese como pueda…y viva en situación de calle.

Hay cosas (y casos) que nos pintan de cuerpo entero.