«Pepo» González, la capitana de Las Gigantes que siempre soñó con la selección

La jugadora del seleccionado nacional de básquet femenino habló de su compromiso con la camiseta albiceleste y compartió sus vivencias de inmigrante como deportista argentina en Italia. 

En diálogo con la periodista Florencia Cordero en el programa Un Lugar en el Mundo de Radio Brisas de Mar del Plata, Débora «Pepo» González recorrió su vida deportiva desde sus primeros pasos en la selección argentina y profundizó sobre su experiencia en el exterior durante más de diez años.

-¿Cuando dejaste Argentina te imaginaste que ibas a pasar tanto tiempo afuera? 

-La verdad que no porque creo que lo hice con un poco de incredulidad. Fue medio raro. Me llamaron un día y me dijeron si quería ir a conocer cómo era Italia y el básquet profesional. Era algo de lo que yo no tenía idea. Fuí 15 días y ahí vi lo que es el profesionalismo y vivir de lo que te gusta. Y pensé ‘¿por qué no?’. Mi mamá me dijo: ´si no terminás el colegio no vas a ningún lado, chiquitita´. Entonces mi meta fue el colegio y a los 18 hice mi primer temporada completa. Hace 11 años que juego afuera.

-¿Cómo te acostumbraste al cambio?

-Fue un poco difícil, más en la ciudad en la que me tocó. Estaba en Pozzuoli (Napoli), donde se hablan dialectos no sólo el napolitano. Era un poco imposible entender al principio. Dentro del equipo estaban las chicas que hablaban inglés y con Iris Ferazzoli y Alejandra Chesta hablaba español. Fue complicado entrar en la dinámica de aprender italiano. Después del primer año todavía estaba todo el día con un diccionario. Algunos amigos no podían entender el italiano porque se confundían con los dialectos. A la comida me adapté bien. Engordé 10 kilos el primer año con la pasta y la pizza que comí. Fue divertido, aprendí muchas cosas y me hice muchas amistades. Napoli es un lugar donde tratan muy bien a los argentinos y era como sentirse en casa.

-¿Te sentías como una argentina jugando en Italia o te me mimetizaste con el entorno?

-Allá hice mis reglas. Como jugaba como italiana, todo el mundo me decía ´vos sos italiana´, pero yo decía: ´juego de italiana pero soy argentina. Tienen que entender ustedes que vengo de otra parte del mundo´. No soy italiana. Que tenga doble ciudadanía y que pueda jugar como italiana es otro tema, dentro y fuera de la cancha. Vengo de una cultura distinta donde comemos un único plato. Ellos se sientan las 12 del mediodía y terminan a las 4 de la tarde. Mi desayuno y merienda son los mates. Mi casa es como si fuera Argentina. Busco los lugares donde venden la carne argentina y me compró de a 3 ó 4 kilos. Mantengo mucho mis costumbres argentinas. No me gusta perderlas para nada.

-Tu casa en Italia es Argentina pero también en tu casa vive otro argentino…  alguien que conociste allá que está en la misma situación que vos como deportista argentino y que se convirtió en tu marido…

-Sí. Ya llevaba 3 años y medio en Italia cuando lo conocí a Javier (NdeR: Anzaldo) y tranquilamente lo podía haber conocido en el CENARD porque era parte de la selección argentina de handball. Dios me lo mandó en el momento que lo necesitaba. Me emociono… porque me dio todo. Estar allá sola y encontrar mi mejor amigo, la persona que me hace feliz, mi soporte en todo momento, cuando estuve bien, cuando estuve mal, cuando tuvimos problemas con los equipos. Siempre estuvimos juntos. Y tuvimos muchas más malas que buenas. Su lesión duró casi dos años y medio. Acompañarnos mutuamente es algo lindo que no se consigue todos los días. Con él me divierto muchísimo Él no entiende mucho de básquet y yo no entiendo mucho de handball, entonces terminamos de entrenar y en casa hablamos de otra cosa. Es mi familia, es mi todo.

-A pesar de lo que se comente, no siempre son todas buenas en la vida del inmigrante…

-Todo el mundo te dice ´vos de qué te quejas si estás haciendo lo que te gusta y encima te pagan´. Sí, hago lo que me gusta desde que soy chiquita y  nadie me creía. Todos me lo tomaban en broma cuando pensaba en vivir del básquet. Es demasiado egoísta no ver ese lado. Hay gente que tiene que trabajar de lo que no le gusta y eso tampoco está bueno, pero nosotros dejamos la familia de lado, los amigos… Volvés a casa y te encontrás que tus papás están más grandes, me pasó de perder a mi abuelo cuando estaba afuera y no poder despedirme. No tuve mi último abrazo con él… Nadie pone en la balanza esas cosas. No sólo me pasa a mí sino a muchas de mis compañeras. Entonces me pregunto: ¿mis sentimientos no valen, no cuentan? Es una lucha de todos los días. Irte de Argentina te rompe en dos.

-Si mirás para atrás, es increíble lo que has construído con la selección…

-Empecé desde súper chiquita viendo a mis hermanas jugar. Ellas llegaron a la selección de Provincia de Buenos Aires. Y yo le decía a mi mamá que quería llegar a la selección de Provincia como mis hermanas. Pasó un año y me llamaron de la selección de Provincia y la de Capital. Ahí empezó el tema selección. Le preguntaba a mi mamá por qué Marina Cava desaparecía del club, a dónde iba… Y me contó que ella jugaba para la Selección Argentina. Cuando me enteré que había una selección de básquet que jugaba por el mundo, le dije: ´yo quiero llegar ahí´. Y a los 13 años me llegó la primera convocatoria. No lo podía creer. Mi primer año de Mayores compartía plantel con Marina Cava. Mi ídola de siempre. Me pasaron muchas cosas muy rápido. Ella era mi referente, como Marcela Paoletta. Siempre las veía de lejos y pasé a compartir equipo con ellas. Me pasa hoy que las más chicas nos ven a nosotras como sus grandes referentes. Por ejemplo, Flor Chagas me dijo que le gusta vivir esta experiencia conmigo. Y me dio un poco de vergüenza pero a la vez me pone contenta a poder ayudar a alguien que viene creciendo desde abajo con nosotras como referentes. La selección me dio todo porque a partir de la selección me pude ir a Italia, lo que también me dio a mi marido. El básquet en la vida me dio todo. Estoy agradecida, muy agradecida.

-¿Cómo se va forjando en un grupo tener en claro que hay que impulsar y dar lugar a los que vienen atrás?

-Creo que la selección es de todos y no es de nadie. Hay que entender que estás representando a toda Argentina, que hay miles de chicas que quisieran estar acá. Sabés que si te ponés la camiseta, tenés que hacerlo con todo el amor posible. Me ha pasado en algún momento de no estar bien y me hice a un lado porque quizás había una jugadora que podía hacerlo mejor que yo. Hay chicas que no pueden estar por una lesión. Y eso te demuestra que hoy estás y mañana no estás. Ahora vienen más chicas de abajo y hay que pelear por el lugar, no sólo por vos y por tus compañeras sino también por el futuro de las chicas, para que cada vez estén mejor. Esto lo hablo siempre con Federico Susbielles, presidente de la Confederación Argentina de Básquet. Hicimos muchas cosas, pero hay que afinar. Nosotras ya estamos llegando a un fin y hay que mirar hacia abajo. Es un trabajo de años. Muchos critican desde afuera. Nadie se levanta y viene a ver los entrenamientos para ver cómo trabajamos. El que está atrás de una compu y nos dice cosas no está aportando nada. Tratamos de ayudar a la dirigencia y a los entrenadores. Nosotras no teníamos ni remeras. Venía una mamá, Mónica Ruibal, que nos lavaba las remeras para que al otro día tengamos para entrenar. Entonces hay que cuidar lo que tenemos. Hay que exigir obviamente para un mejor rendimiento pero hay que hacerlo con respeto, mirar cómo era antes y saber que hubo jugadoras que también pelearon por la selección.

-A veces todo el esfuerzo queda reducido al resultado de un partido… ¿Cómo procesaste el episodio de las camisetas en Lima?

-Fue bastante difícil. Lo hablamos con Carlos, el psicólogo del equipo, porque es difícil sacarte una etiqueta. Somos las chicas de las camisetas y no somos las chicas que ganamos el Sudamericano del año pasado. No te lo reconocen. Es más fácil cuando hay un error tratar de exponer a todo el mundo y sacar a la luz todos los errores. En ese momento nos compararon con el staff del masculino y no queremos que nos comparen. Nosotros nos merecemos las cosas, pero ellos también las merecen. El proceso que ellos hicieron hace años es el que proceso que estamos empezando ahora. Son muy profesionales. Tienen un nutricionista, su preparador físico personal… Y eso lo pagan los jugadores. La gente que no sabe se pone a criticar y no saben que el masculino estuvo al lado nuestro en ese momento. Todo el mundo estaba esperando que hablemos mal de Susbielles, nos decían que era nuestro momento de rebeldía, de pedir. Nosotros crecimos un montón. La Confederación estaba destruida y se pudo levantar. Tuvimos un montón de cosas que antes no teníamos. ¿Por qué íbamos a ensusiarnos a nosotras mismas y a nuestra propia casa? Todo el mundo estaba buscando que hablemos mal. Cuando hay un problema, se arregla en casa. Cuidamos mucho nuestra intimidad. No salimos a hablar. Nos apoyó mucha gente como  Facu (Campazzo) como Nico (Laprovíttola) que somos de la misma camada.  No somos dos selecciones. Estamos tratando de ser sólo una. Lo de Lima nos ayudó a crecer a nosotras y también a la Confederación. Para ellos fue un problema muy grande y creo que Fede y nosotras lo pudimos llevar adelante todos juntos. Hasta que no tengamos un buen resultado, vamos a tener la etiqueta de ser las chicas de las camisetas. Ahora ya nos reímos de lo que pasó. Hasta tenemos gifs que nos mandamos en nuestras conversaciones riéndonos. Eso nos marcó pero para el lado positivo porque, ¿quién tiene ganas de salir a jugar después de haber sido descalificado sabiendo que ya no jugás por una medalla? Y tenés que salir igual. Son miles de factores que te juegan en contra porque la familia está preocupada porque nadie se quiere lastimar… Para nosotras era un reto tratar de ganar el partido para ir a buscar el quinto puesto que era lo mejor que podíamos hacer. Me gustaría saber de toda esa gente que nos pone etiqueta quién está preparado para ponerse en nuestro lugar y salir a jugar. Cuando se hagan esa pregunta vamos a ver si ya nos etiquetan igual.

-En definitiva esto les sirvió para impulsarlas hacia adelante…

-Nos ayudó mucho a crecer y madurar como equipo. Si bien los resultados no están llegando y es una frustración para nosotras, estamos tratando de convivir con el error y saber que somos parte de un proceso que recién comienza. Estamos trabajando duro. Cambiaron muchas cosas, pero hubo mucha gente que nos dio mucha fuerza. Me llegaron mensajes hasta de chicas que estaban internadas con problemas graves de salud. Y yo decía: ´estoy llorando porque quedé afuera de un torneo y esta chica está luchando por la vida´. Entonces pensé que tengo que salir adelante porque yo tengo que ser fuerte.

-¿Cómo sigue ahora tu vida en Italia?

-Agradezco las ofertas de equipos de A1, pero la idea es ahora encarar un proyecto en Serie B en el que también puedo llevar jugadoras argentinas para dar una mano como tutora o algo así y poder ayudar que es algo que me encantaría. Entonces no sólo es la categoría sino ayudar a chicas que tal vez tienen la posibilidad de ir para allá para seguir haciendo crecer el básquet que es el objetivo. La idea es seguir jugando, pero también seguir ayudando a que crezca el básquet, como a mí me ayudaron en su momento, y que más chicas sean felices haciendo lo que les gusta.

Escuchá la nota completa acá: