Las últimas investigaciones llevadas adelante por la justicia y que terminaron con varios miembros de la Policía de la Provincia de Buenos Aires detenidos, han puesto en evidencia un grado de corrupción relamente alarmante dentro de la fuerza.
Tras 27 años de gobierno peronista el problema no sólo no ha hallado solución sino que se ha agravada hasta un punto que hace sospechar que tan sólo con la connivencia del poder político ha llegado a el punto en el que hoy se encuentra.
La presencia de personal policial en bandas de piratas del asfalto, de narcotraficantes, de secuestros extorisivos y de robo de automóviles ponen en evidencia una situación de crisis interna que ya pone en tela de juicio la propia existencia de la institución.
Un tema de inocultable gravedad y la sospecha ciudadana de que una vez más política y delito van de la mano, con la policía como brazo ejecutor de semejante disparate.
