Francisco suele hablar de todo y hasta se diría que tiene una sobre exposición en materia de cosas argentinas. ¿Por qué tanto silencio en este momento de dolor y conmoción nacional?
Aunque desde la Argentina muchas voces reclaman un pronunciamiento del papa Francisco sobre el caso Nisman, no es casual su silencio.
«Ya ha hablado la Conferencia Episcopal Argentina y el Papa se remite a los obispos de su país», dijo a La Nación una fuente de la Secretaría de Estado del Vaticano.
«El Papa no tiene elementos para decir otra cosa distinta a la que dijeron los obispos, no tiene elementos para juzgar», agregó la misma fuente, que admitió que «el Santo Padre sigue con dolor» lo que está sucediendo en su país.
El miércoles de la semana pasada, la comisión ejecutiva de la Conferencia Episcopal Argentina (CEA) manifestó en un comunicado su «conmoción, perplejidad e incertidumbre» ante la muerte del fiscal Nisman e hizo un llamado a las autoridades y a toda la dirigencia política a poner «todo el esfuerzo, honestidad y capacidad investigativa» para alcanzar la verdad y superar «las sombras de impunidad».
El organismo es presidido por el arzobispo de Santa Fe, monseñor José María Arancedo, y en noviembre último incorporó como vicepresidente primero al cardenal Mario Poli, arzobispo de Buenos Aires y de estrechos lazos con Francisco.
En la misma sintonía se expresaron luego la Comisión Nacional de Justicia y Paz, dependiente del Episcopado, y otros obispos, entre los cuales se destaca el arzobispo de Córdoba, monseñor Carlos José Ñáñez, que el domingo último, durante una homilía, consideró «indispensable que se conozca la verdad».
A esa voz se sumó ayer el obispo de Río Cuarto, monseñor Adolfo Uriona. «Hay que reaccionar pidiendo que se haga justicia, que se esclarezca y que toda la sociedad diga «esto nunca más»», dijo el pastor.
«Hay dos males que nos están afectando: uno es la corrupción, no sólo en el nivel político, sino en toda la sociedad; y después la impunidad, que eso es mucho más terrible porque crea una especie de desafección y uno queda sin saber dónde está parado», agregó Uriona.
En Buenos Aires, en tanto, fuentes cercanas a Francisco que también pidieron el anonimato no se manifestaron sorprendidas por su silencio.
«Todos los que hablen están esperando que se aclare el panorama con elementos objetivos. Todo es preocupante, pero al mismo tiempo muy complejo. No vale la pena opinar por intuición. Mejor es confiar la investigación a la Justicia, que está para eso», dijo un prelado.
Hay quienes sin embargo sostienen que en un momento de tanta conmoción y dolor para gran parte del pueblo argentino y sobre todo con el crecimiento de las tensiones y las divisiones ya existentes, la palabra del Papa podría servir para encaminar al menos un tono común frente a la cuestión.
Pero parece que esta vez no va a ser así.