¿QUÉ HACEMOS CON ESTA CLASE POLÍTICA?

Seguir ocultando que la dirigencia política argentina no solo ha llevado al país al desastre sino que le asegura un único futuro de fracaso sería una estupidez. Defender la democracia no significa suicidarse.

 

La economía está en retroceso desde hace más de una década, registrando un «crecimiento» que en el promedio de valores constantes indica que en realidad el país ha caído en un 1,5%. Para que el lector entienda: hoy la Argentina es más chica que hace quince años.

Y eso que en aquel momento tampoco podíamos decir que viniésemos de décadas de crecimiento o de una economía virtuosa…

Los analistas más serios, dentro y fuera del país, advierten acerca del riesgo de un estallido en los próximos meses, producto de una situación social inmanejable, la caída de la producción -hablar de crecimiento en el comparativo con el año 2020 en el que la pandemia fue abordada con un encierro más allá de cualquier razón parece, al menos, inapropiado- la inflación desbocada y el tipo de cambio que nunca termina de encontrar su techo.

Pero la única respuesta que la sociedad percibe de parte del gobierno es la de un grupo de dirigentes con apetencias desmedidas que prefieren dejar el país de lado y dedicar tiempo y esfuerzo a resolver sus internas e inquinas personales. Frente a la crisis…todos a la plaza a jugar el juego del tira y afloje partidario.

El Congreso podría estar debatiendo respuestas que la gente exige y necesita. Pero dedica su tiempo a blanquear cientos de decretos de necesidad y urgencia -muchos de ellos descaradamente anticonstitucionales- a los que hay que «legitimar» antes de que produzca el ingreso de los nuevos senadores y el oficialismo ya no cuente con la escribanía de la mayoría automática.

Y aunque se suponga que muchos de ellos no van a resistir su paso por la justicia, el país garantiza que un fallo definitivo no verá la luz antes de una década. ¿A quién va a importarle por entonces si el DNU declarado inconstitucional sirvió para enriquecer a alguien o empobrecer a muchos?. La Corte Suprema, como siempre, habrá cumplido su siniestro papel en esta conjura para burlar a los argentinos.

Mientras tanto los legisladores debaten por estas horas si declaran como “delitos de lesa humanidad” los hechos represivos que tuvieron lugar durante el desarrollo de las huelgas patagónicas de principios del siglo XX, conocidos como “Patagonia Rebelde”. Algo que seguramente los ciudadanos consideramos que es una prioridad.

Juegan con  nosotros, se burlan de nosotros…saben que por omisión o decadencia nos hemos convertido en un pueblo de imbéciles que mira por la ventana como un grupo de delincuentes se queda con nuestro futuro y el de nuestros hijos. O al menos con el de los que no se vayan huyendo de un país que nada tiene para ofrecerles.

No sigamos comprando la mentira con la que quieren inmovilizarnos: defender «esto» que hoy vivimos no es defender la democracia.

Democracia no es corrupción, no es casta, no es impunidad, no es pobreza como objetivo a construir, no es marchar todo el día para no trabajar, no es quitarle al que produce para repartirlo entre los que quieren vivir sin esfuerzo, no es perder todo el tiempo en luchas por el poder…democracia no es fracasar como razón y objetivo.

Porque si la democracia fuese eso…a la mierda con la democracia.