Recalculando: Macri ignora que el «fantasma Cristina» ya no alcanza

Por Adrián FreijoSonó a estrategia gastada y a jugada tardía. El presidente pretendió con su mensaje llevar a la sociedad a un lugar pre electoral que hoy la gente ya no ocupa. Pasar la hoja.

Por momentos preocupa la pérdida de contacto con la realidad que viene mostrando el presidente argentino desde que estallaron las dos crisis que parecen haberlo sacado de foco: el dólar con sus vaivenes y consecuencias y las tarifas en su relación con la gente.

Macri ha comenzado a transitar un camino que parece el opuesto a aquel con el que construyó su imagen y carrera política. Lejos del hombre frío y seguro que le cambió la decadencia a Boca, que llevó a buen puerto su administración en la CABA pese a los torpedos que le llegaban todos los días desde la Casa Rosada y que por fin mantuvo una postura incólume e inteligente durante la campaña electoral que lo depositó en la primera magistratura, desde hace unas semanas aparece dubitativo, errático y diagramando jugadas que en muchos casos se asemejan a la improvisación.

Seguramente golpeó en su ánimo la falta de respuesta de sus colaboradores,  y los errores de gestión que desmoronaron como un castillo de naipes aquella imagen de tipos ganadores que disfrutaban mostrar los ministros del gabinete a los cuatro vientos. Ante el primer chubasco nadie supo para donde correr y la única idea que se cruzó por la cabeza del poder político es recurrir al FMI sin siquiera saber que era lo que iban a pedirle a cambio. Hoy, aunque no sepan como recoger el barrilete, en los pasillos del poder se comenta que las exigencias del organismo son imposibles de cumplir.

Y saben además que intentar el ajuste por otros medios y recetas será imposible: como una constante filosófica allí donde el Fondo ha entrado se enfrió la economía, se congelaron los salarios públicos, se achicó la administración y se limitó el gasto social. Incluyendo esto último los haberes del sector pasivo, tabú si los hay para cualquier gobierno vernáculo…

Con las tarifas la desorientación presidencial llegó al terreno de lo preocupante: primero se motorizó la brutal suba y solo después, cuando la realidad terminó con el sueño de los «súper chicos M», comenzó una dubitativa negociación con un peronismo al que la torpeza del gobierno ya había empujado a una situación de una dureza difícil de volver atrás.

Macri, por consejo de Marcos Peña y Durán Barba, sacó de agenda a Miguel Picchetto que era por entonces el único cable de amarre en el Senado y tal vez quien podía buscar caminos intermedios que no terminaran en la aprobación de una ley que desfinancia al tesoro pero enriquece las arcas electorales de un justicialismo que, una vez más, aparecerá defendiendo los intereses de las clases media y baja que no tienen forma alguna de pagar la desmesura del aumento en sus facturas de servicios, que deberán acompañar padeciendo una inflación que nadie duda estará más cerca del 30% que del 25% por el que reza ahora el gobierno mientras insiste -sin ponerse colorado- en la absurda meta del 15%. ¿Creerán los dueños de la ingeniería comunicacional macrista que la gente no toma nota de estas cosas?.

Y para que no queden dudas del tembladeral en el que se ha convertido la estrategia oficial, la idea de recurrir al auxilio de Sergio Massa -al que el propio presidente y sus aliados descalificaron en el inicio de la gestión, cuando el líder del Frente Renovador tuvo la pretensión de ayudar a consolidar el rumbo pidiendo tan solo que se tuviesen en cuenta sus temores por la inflación y la política monetaria, que como adelantara Roberto Lavagna eran los puntos débiles de la propuesta de Cambiemos-  muestra a las claras que hoy el la desesperación y no el cálculo lo que impera en los despachos del poder.

El angustiante llamado de las últimas horas que el presidente hiciese a la población pidiéndole que utilice lámparas led y a la que juró que «hubiese querido tener otra propuesta menos dolorosa para hacerles en materia tarifaria» no hace más que confirmar que por estas horas el barco se ha ido de las manos de su capitán. No tiene ideas ni hombres capaces para resolver el rumbo y lo más grave es que su formación personal fue a la sombra de un empresariado prebendario que siempre recurrió al estado para solventar su ineficiencia. pero ocurre que hoy, ese estado benefactor de los disparates y corruptelas del Grupo Socma…es él mismo.

Ni que decir de su alusión a Cristina Fernández de Kirchner. ¿Cree realmente Macri que la gente pagará feliz el desorbitante aumento, tan solo para que la ex presidenta no se salga con la suya?. ¿No es hoy una estrategia vieja y vacía?. Alguien le acerca estrategias equivocadas y le hace decir cosas que despiertan el rechazo inmediato de la población.

Cuidado entonces con la imagen y los mensajes que percibe la sociedad. La impotencia presidencial para encontrar caminos de consenso y solución nos recuerda momentos poco agradables de nuestra historia reciente.

Porque también Fernando De la Rúa, al firmar el blindaje suicida con el mismo Fondo Monetario Internacional al que se abraza hoy como tabla de salvación el presidente, nos habló por televisión para dejarnos aquella ridícula afirmación de «¡¡¡ qué lindo es dar buenas noticias !!!»

Simplemente…no entendía lo que pasaba en su cercanía y nadie estaba capacitado para decírselo.

Eso que algunos llaman efecto espejo.