Redacción – En vísperas de los Juegos Olímpicos de Río 2016 el Ministro de Industria de Brasil estuvo en el país y cerró un trato con su par argentino de Producción. Flexibilidad laboral total.
La reforma laboral brasileña entra hoy en vigencia y las empresas del gigante sudamericano ya empezaron a adecuar sus modalidades de empleo a la nueva reglamentación. Por ejemplo, los textiles buscan reducir el horario de almuerzo, la construcción analiza la forma de apurar la terciarización de trabajadores y en los sectores de comercio y servicio estudian la manera de cuantificar los tiempos muertos que dejarán de ser remunerados.
Y todos esperan la reglamentación de la nueva figura del contrato laboral, una figura que si bien no extingue la relación de dependencia la flexibiliza en busca de lograr mayor competitividad para la economía brasileña tras la crisis.
Pero el impacto es regional y presiona al gobierno argentino a acelerar su propia reforma laboral. Algo que por aquellos días previos a los Juegos Río 2016 el ministro de Industria de Brasil Marcos Pereira le contaba, almuerzo mediante, al director de LIBRE EXPRESIÓN Adrián Freijo, ante quien sostenía que «estuvo en Buenos Aires hace diez días reunido con su par nacional Francisco Cabrera “acordando las politicas que realmente nos interesan” según dijo durante el encuentro que tuvieron en la Bolsa de Comercio de Río de Janeiro y que tuvo como anfitrión a su titular Paulo Protasio.
Vale la pena recordar el contenido de aquella charla ( Ver:Acuerdo entre Brasil y Argentina por reforma laboral ) para entender que lo que ahora el gobierno de Mauricio Macri pretende hacer pasar como una idea propia es un viejo acuerdo entre ambos países que tiene dos objetivos bien marcados: abaratar el costo de producción y dar por cerrada la etapa del MERCOSUR para concentrarse en un Tratado de Libre Comercio con la Unión Europea primero, China después y como consecuencia natural los EEUU por fin.
¿O porqué cree el lector que el país del norte insiste con sanciones comerciales a la Argentina?, ¿no será que Trump ya ha tomado nota de la estrategia de pinzas que China y Europa están llevando adelante con la «complicidad» de Brasil y Argentina?. Dos más dos…
Por lo pronto ya se saben cuales son algunos de los puntos críticos para los inversores, que figuran en ambas reformas y que Macri sabe que no podrá negociar con los sindicatos si quiere que el capital mundial apueste al país:
- la ampliación de la jornada laboral hasta 12 horas -con pago regular y no como horas extra-;
- el fin del pago de horas ociosas -el tiempo que el empleado esté en el lugar de trabajo, pero no trabajando (almuerzo, lactancia, aseo personal) no será contabilizado como parte de la jornada de ocho horas diarias;
- y por último, sectores que no podían terciarizar personal para deslindarse del riesgo de la actividad -particularmente la construcción- ahora podrán hacerlo.
Algunas cosas no cambiaron:
los 30 días corridos de vacaciones al año, la licencia por maternidad, el aguinaldo y el seguro de desempleo se mantienen. Aunque en el caso de las vacaciones, a partir de ahora podrán ser repartidas en hasta tres períodos siempre y cuando uno de ellos no sea inferior a los 14 días y los otros dos no menores a los 5 días corridos. Para que sean mejor aprovechadas, las vacaciones no podrán comenzar dos días antes de un feriado o día de descanso, pero sí inmediatamente después.
Lo cierto que el gobierno se dispone a ir a fondo con esta cuestión que, acompañada de la reforma fiscal y la previsional, marcan un antes y un después de un país que se dispone a abandonar la protección de sus trabajadores y jubilados, al menos con el criterio que imperaba hasta ahora.
El tiempo dirá hasta donde puede llegar y, como siempre, hasta cuando el electorado acompañará con su voto la nueva etapa o si en unos pocos años se vuelve al modelo que lo acompañó durante más de setenta años y que no pudo ser modificado ni por las diferentes dictaduras, el populismo menemista y el determinismo del neoliberalismo «ad hoc» de De la Rúa-Machinea-López Murphy y Cavallo.
Por torpeza y/o mala praxis, todo el que lo intentó terminó aplastado por el proteccionismo laboral. Ese que por tanto cuidar los derechos del trabajador terminó disparando un porcentaje de precariedad que oscila el 50% de la mano de obra ocupada y le agrega un 25% de desocupación o subocupación.
¿No hubiese sido el momento de sentarse a negociar bajo el lema «ni calvo ni con dos pelucas»?. Algo que parece imposible en la Argentina…y así nos va.