Silvia Urioste, titular del Juzgado de Letrados de Segundo Turno de Rocha comenzó a actuar hoy en la causa por el crimen de Lola Chomnalez.
Ayer leyó el el expediente que dejó en sus manos Marcela López Moroy, quien estuvo subrogándola desde el crimen de la adolescente argentina en Barra de Valizas, Uruguay. Fue ella quien ordenó las diez detenciones y liberaciones del caso.
Urioste será la tercera jueza que tenga en sus manos la causa del asesinato. Durante este fin de semana, la causa quedó a cargo de la jueza de Paz de Rocha, María José Camacho.
Manteniendo las formas, leyó la causa completa, pero no ordenó nuevos procedimientos. López Moroy debía entregar ayer la titularidad del juzgado, pero dejó la causa el jueves por stress y un cuadro de lumbalgia. Desde que llevó el caso, el domingo 28 tras la denuncia por la desaparición de Lola, ordenó diez detenciones, peritajes técnicos, y otras pericias, pero jamás habló con la prensa, ni se manifestó en torno al caso. Nunca se conocieron cuáles eran las hipótesis o líneas de investigación.
Entre las críticas que recibió López Moroy está el hecho de que no preservó la escena del crimen, una duna camino al poblado de Aguas Dulces, ni la casa que alquilaba el matrimonio argentino y de dónde salió la chica. También recibió críticas porque buscó durante varios días a un hombre apodado “Conejo”, de quien se realizó un identikit, y que estaba en la zona, sin esconderse.
Los abogados penalistas de la zona reconocen a Urioste como una jueza «preparada» y «justa». Tiene en sus manos una investigación a la que no están acostumbrados los magistrados de Rocha, uno de los 19 departamentos de Uruguay, con menos de 70 mil habitantes. Un caso en el que no hay pistas firmes sobre lo que puede haber pasado con la joven que salió a caminar por la playa el domingo 28 por la tarde y apareció muerta el martes 30 a la noche. López Moroy detuvo, entre otros a y Claudia Fernández y Hernán Tuzinkevich, la madrina de Lola, y su marido, con quienes la chica estaba hospedada cuando desapareció.
Entre la nueva información con la que contará la jueza está el análisis del celular de Lola, las pericias a una colilla de cigarrillo que encontraron en la escena del crimen y de una tabla con un mechón de pelos. También deberá examinar las fotos que acercaron Tuzinkevich y Fernández, que prueben que Lola vivía el domingo al mediodía. La duda sobre el horario de la data de muerte surgió porque la autopsia indicó que la joven podía haber muerto durante la madrugada del domingo y no a partir de la tarde de ese día, cuando se denunció su ausencia.