Se enciende la llama de un nuevo clásico

El mayor espectáculo de la Liga Nacional «A» de Básquetbol volverá a escribir un nuevo capítulo de su prolífica historia esta noche, cuando Peñarol y Quilmes se enfrenten en el Polideportivo Panamericano «Islas Malvinas», a partir de las 21.30.

Acaso el hecho de que otra vez se vean las caras los dos archirrivales de la ciudad, que le dan forma al mejor clásico de la competencia, resulte atractivo para que repunte el interés de una temporada a la que el público le ha restado su apoyo.

Además, al interés que siempre supone un Peñarol-Quilmes (o viceversa), se sumarán otras cuestiones no menos atractivas al duelo de esta noche.

La principal, quizás, se refiere al debut del uruguayo Martín Osimani en las filas del «milrayitas». El base sustituye en el plantel que conduce Fernando Rivero al estadounidense Justin Giddens, y será el único extranjero, ya que también fue despedido Reger Dowell.

Si bien todavía no se confirmó si Osimani estará desde el arranque, el conductor del seleccionado de su país puede ocupar, también, la posición de escolta. Y allí, Peñarol ostenta un gran menú de opciones, que incluye a Alejandro Konsztadt, Adrián Boccia, Luciano Massarelli, Franco Giorgetti y el propio Osimani para combinar los tres puestos de la mediacancha. Y eventualmente podría sumarse Fabián Sahdi (o en su defecto, su potencial reemplazante si no consigue recuperarse a tiempo).

Otra variable a tener en cuenta es la ausencia de Leonardo Gutiérrez, quien se perderá su primer superclásico desde que llegó a Peñarol.

Por el lado de Quilmes, el panorama de disponibilidad de personal tampoco es el mejor. A la conocida ausencia de Federico Marín (hernia de disco) se suma que no llegan en las mejores condiciones Lucas Ortiz (recién está volviendo) y, lo más significativo, Walter Baxley y Diego Romero, quienes no pudieron entrenar en toda la semana a causa de sendas dolencias. Más allá de esa contingencia, el entrenador Leandro Ramella es optimista para que ambos puedan estar en cancha esta noche.

En cada previa del superclásico surge la pregunta recurrente: ¿quién llega mejor? Y si bien a veces la respuesta puede parecer sencilla, no siempre lo es.

El dominio abrumador de Peñarol en el historia se agudizó en los últimos años. Sin embargo, aunque en las últimas dos temporadas el saldo es de 10-2 para los de Garay y Santiago del Estero, muchos de esos partidos se resolvieron en la última bola.

De hecho, en la presente campaña Peñarol tiene ventaja de 3-1, pero Quilmes ganó el primero y estuvo a punto de ganar el segundo, aunque luego el «milrayitas» triunfó en los dos últimos con amplitud.

Al margen de que los dos siempre necesitan ganar el superclásico por razones obvias, a los dos el triunfo les sirve en sus respectivas luchas por avanzar en la tabla. A Peñarol (segundo en el Sur, récord de 23-11), para no perder el rastro del líder, Obras Sanitarias. Y a Quilmes (cuarto en el Sur, récord de 22-16), para intentar darle caza al tercero, Gimnasia de Comodoro y, de paso, escaparse del quinto, Argentino de Junín.

Como sea, el superclásico siempre tiene un piso de expectativa y casi nunca deja indiferente a nadie. Sobran los motivos. Los protagonistas, una vez más, tendrán la última palabra.