SER MEJORES, SER HERMANOS: SER

La Navidad nos recuerda a un hombre, que para millones de personas es también un dios, que vino al mundo a ser lo que tenía que ser y se entregó a su destino. Que no es lo mismo que resignarse…

Sabía que su final estaba escrito y no lo tomó como un castigo sino como un camino. Había que ser y fue, había que sembrar para que otros cosecharan y esparció la semilla sabiendo de la dificultad de hacerlo en campo árido pero convencido que por debajo de toda aquella sequedad estaba la buena tierra y el agua suficiente para que su obra germinara.

Y dejó un legado que va mucho más allá de lo divino y está mucho más acá del sacrificio: amarnos, reconocernos como hermanos, entender que el destino común -llámese religión, nacionalidad o simplemente humanidad- ata indestructiblemente la vida de unos y otros.

En esta Navidad reflexionemos acerca de cual ha sido en cada uno de nosotros el grado de comprensión. Pensemos en el aporte que hicimos y hacemos al bien común en este país del eterno nacimiento.

Y aceptemos felices nuestro destino de argentinos, con las luces y sombras que ello representa, sabiendo que debajo del dolor, la aridez de la tristeza, la obscenidad de la pobreza y la furia del desencuentro también espera la buena semilla del país que nos merecemos.

Feliz Navidad a todos…

Seamos.