Ser o desaparecer: Mar del Plata ahora o nunca

Por Adrián FreijoMomento crucial para la ciudad. Con una clase política enfrascada en sus mediocridades y peleas aparece inevitable consultar a la gente hacia donde y como quiere caminar.

Mar del Plata es una enorme joya en decadencia…

Sus playas degradadas por una invasión de precariedad ambulante, en manos de mafias prohijadas por el poder político que las utiliza para recaudar aunque el precio sea el espectáculo bochornoso de la suciedad, los espacios tapados de tolderías, sus ramblas convertidas en escenario de emergencia de artistas callejeros cuyo límite es el propio arbitrio, los locales de los emblemáticos edificios construidos por Bustillo vacíos, sucios, llenos de roedores, pintados con graffittis y convertidos en dormitorios de decenas de personas en situación de calle o de quienes vienen a «veranear» sabiendo que allí tienen alojamiento gratis.

La peatonal San Martín, otrora centro de encuentro social y paseo elegido por nuestros visitantes, transformada en un inmenso shopping de mercadería de dudoso origen, sucia y oscura, convertida en terreno de aventureros, saltimbanquis y pretendidos artistas que la convierten, junto a la ya intransitable Rivadavia, en un espectáculo que bajo el pretexto de la «autogestión cultural» termina ofreciendo una cara tan cercan a aquello de «la biblia y el calefón» que tan difícil de definir se vuelve.

Los escenarios deportivos, esos que supieron ser orgullo marplatense en tiempos en los que aquí se jugaron los Juegos Panamericanos del 95, el Pre Olímpico de básquetbol que trajo a la Generación Dorada, la final de la Copa Davis que no dio la gran frustración deportiva pero puso a Mar del Plata en el Mundo y aquellos legendarios torneos de la Copa de Oro de fútbol que arrimó a nuestras tierras a Boca, River, el Santos de Pelé, Peñarol de Montevideo, selecciones de nivel mundial, figuras estelares del deporte , el Rally Dakar, más allá en el tiempo la legendaria Dos Océanos, la Fórmula 3 internacional, semillero de figuras como Jochen Rindt o Jean Pierre Beltoise que luego brillaran en la máxima categoría del automovilismo. el Abierto del Sur de la República de Golf con los referentes internacionales más importantes…todos ellos hoy destruidos, cayéndose a pedazos, sin mantenimiento ni presupuesto para reconstruirlos y avanzando en su envejecimiento y vetustez mientras el deporte, de la mano de la televisión, se convierte en uno de los negocios más rentables del universo.

Y esta extraña división en «cotos» que, como antes marcaban una ciudad «de Juan B. Justo Para acá» que era para el lucimiento y el brillo y que «para allá» solo era el trabajo y la existencia de otro mundo que rara vez se integraba a la oferta turística, hoy tiene un versión acotada a la zona de la vieja terminal, Güemes o Playa Grande a la que acceden aquellos que tienen el poder adquisitivo necesario para pagar tranquilidad, custodia policial y lejanía con el que invade como una hiedra el resto de una Mar del Plata conurbanizada, insegura, decadente y marginal.

Pero no podemos esperar que sea nuestra clase política quien lo resuelva. Está demasiado enfrascada en sus reyertas por el poder, su desesperación por ocupar espacios que le representen caja, dinero, posibilidad de acomodar amigos y parientes a la sombra de un estado estragado, como para entender que el tiempo se acaba, Mar del Plata se muere inevitablemente y la posibilidad de que sigan llegando a nuestras playas visitantes con capacidad real de consumo, de esos que hacen crecer el PBI y la calidad de vida de los marplatenses y no la degradación del entorno urbanístico y social, se aleja cada día mientras ellos miran para otro lado.

Es imprescindible llegar a acuerdos políticos que se conviertan en razones de estado. Es urgente que aceptemos que la incorporación del capital privado en estas y tantas otras actividades es el único camino posible hacia un desarrollo sustentable y una recuperación posible.

Negociar con las grandes cadenas televisivas los escenarios deportivos, por el tiempo que fuese menester, para asegurarnos su modernización y uso intensivo que traiga el plus de la difusión de las bellezas de una ciudad con mucho para mostrar y desarrollar. El estado no tiene dinero para mantener esa estructura y así el debate queda acotado a su mínima expresión: concesión o abandono definitivo.

Desalojo de las playas públicas tomadas por la marginalidad para recuperar espacios que de otra forma estamos pretendiendo quitar a los particulares -protagonistas de una modalidad de concesión que es parte de la cultura turística de la ciudad desde su misma fundación- poniendo en riesgo los únicos servicios de calidad que hoy pueden brindarse junto al mar.

El frente costero marplatense, liberado de intrusos y vivillos, posee una extensión suficiente para responder a la demanda de playa pública y balnearios privados que son necesarios para dar a cada visitante el espacio que se merece.

Concesión privada para la construcción de un gran centro de congresos y convenciones -hoy un negocio millonario a nivel mundial- que sirva para potenciar la hotelería, el turismo de baja temporada y la llegada de delegaciones del mundo entero que, como ocurre en todo el planeta, terminan convirtiéndose en exégetas de los lugares que visitan.

Pero además está el transporte urbano, la seguridad, el cuidado de los espacios públicos, la higiene de la ciudad, la ubicación de la venta ambulante, las artesanías, las expresiones de arte callejero, la liberación de calles y esquinas de marginales que agreden al visitante y al vecino…y tantas otras cosas que se han ido convirtiendo en realidades con las que convivimos tan solo con la queja como música de fondo.

¿Por qué no nos consultan?, ¿por qué no imitamos lo que hace pocas horas, con coraje y convicción hizo el presidente uruguayo cuando convocó a los charrúas a apoyar o rechazar un plan de gobierno que cambia para siempre las reglas de juego de una sociedad que también se cansó de la inmovilidad a la que la condenaba la mezquindad de los políticos?. Y la gente le contestó…vamos para adelante.

El intendente, que acaba de demostrar con su acuerdo presupuestario con Acción Marplatense que eso de negociar no es un imposible y tal vez la única vía para poder seguir caminando, tiene que atreverse a volcar en una consulta popular todos estos temas y cualquier otro que sirva para definir el «como y hacia adonde» de Mar del Plata y Batán.

Como no hace tanto hiciese Elio Aprile, que consiguió el apoyo mayoritario de una ciudad que le dijo que estaba dispuesta a un esfuerzo extra para concretar obras que ya no podían esperar que el estado dispusiese de lo que no tenía. Y el país habló de Mar del Plata como un ejemplo de democracia participativa y vocación por el progreso.

Es la hora…es ahora o nunca. Pregúntennos que ciudad queremos y seguramente van a sorprenderse de la magnitud de la respuesta.

¿O alguien cree que llegamos a ser lo que fuimos por la acción del estado?. Fueron los particulares, a todo riesgo, visión e inversión, los que nos pusieron en el sitial que ocupamos hasta el malhadado día en que todos comenzamos a mirar a los poderes públicos para exigir supuestos derechos y abandonar obligaciones.

Ya es hora de volver al futuro...pero en nuestras manos.