Stiuso, entre el pacto y la venganza, negocia el material Nisman

Los que lo conocen dudan entre una venganza y un pacto de impunidad. Pero saben que se llevó fuera del país las 2/3 partes de las pruebas recolectadas por Nisman.

Antonio «Jaime» Stiuso calla y espera. Quienes aún mantienen contacto con él afirman que el hombre que dominó los hilos de la Secretaría de Inteligencia (ex SIDE) espera el momento adecuado para iniciar lo que mejor sabe hacer desde hace décadas: operaciones de contraofensiva.

El Gobierno lo citó para que pasado mañana se presente en la sede de la central de inteligencia para «dar explicaciones» sobre su vínculo con el fallecido fiscal Alberto Nisman. Pero muy pocos creen que lo vaya a hacer. Casi todos aseguran que no está en el país, tal como afirmó su abogado, Santiago Blanco Bermúdez. Y dicen que por ahora no piensa volver, ¿desde Miami? Otros se preguntan si se cuida solo o, como cuentan sus allegados, acaso como maniobra de distracción, lo custodian servicios extranjeros con los que supo trabar buena relación.

«Este señor no está pensando en cómo atajar el penal del día. Está mirando hacia adelante. Meses por delante. En algún momento sacará todo a la luz», afirma un estrecho colaborador. Por separado, otro hombre de su entorno avanza por esa línea: «Sabe que si reaparece ahora, es boleta. Pero él tiene las dos terceras partes que Nisman iba a exponer en el Congreso», sostiene. Y un tercero abunda: «Vendrá la reacción; se llevó material», sin precisar más.

Frío, escurridizo, obsesivo, amoral, cuidadoso, sórdido, eficiente y varios calificativos más que le cuelgan a Stiuso quienes trabajaron con él. En particular, desde que se convirtió en el verdadero jefe operativo de la ex SIDE entre 2002 y fines de 2014. Pero por eso mismo dos informantes que lo conocen desde hace años tampoco descartaron que Stiuso evalúe un acuerdo con la Casa Rosada a cambio de su silencio.

Otros no lo creen posible. «Jaime es un obsesivo y la causa AMIA es su mayor obsesión. Tocar esa causa es como tocarle a un hijo. El pacto con Irán lo sintió como una traición. Eso no quedará así», promete -o desea- uno.

¿Cuán obsesivo es? Cuando vivía en Buenos Aires, hacía sus compras todos los sábados, pero en diferentes supermercados, y no pedía delivery de comida, por temor a un envenenamiento. Tampoco dejaba que nadie ingresara a su departamento sobre la avenida Callao casi Las Heras, en el barrio Recoleta. Ni siquiera una empleada doméstica. Sólo dejó que lo ayudara una tía de su segunda mujer.

Por el mismo motivo, Stiuso resguardó sus comunicaciones entre 150 teléfonos habilitados a su nombre, de los que seis o siete podían colgar de su cinturón al mismo tiempo. No repetía la ruta para ir de su casa a las oficinas de la ex SIDE frente a la Casa Rosada o la base de la Dirección de Contrainteligencia sobre la calle Estados Unidos. Y, sobre el final, ni siquiera dejaba que los choferes de la propia SIDE lo trasladaran.

¿Está golpeado por las muertes violentas del Lauchón y de Nisman? Sí. ¿Por su desplazamiento de la ex SIDE? También. Pero más aún por la prevalencia que tomaron dos de sus rivales en el mundillo de la inteligencia: Fernando Pocino -el único de todos los directores al que no desplazó Oscar Parrilli; por el contrario, lo ascendió al cargo que tenía Stiuso- y el teniente general César Milani, al que la presidenta Cristina Fernández de Kirchner encargó tareas de inteligencia interna propias de la ex SIDE.

¿Está viviendo fuera de la Argentina? La mayoría lo cree en el exterior, en Miami, bajo protección de los amigos que forjó en los servicios de Estados Unidos e Israel durante la investigación del atentado contra la AMIA.