UN CAMBIO QUE DESPIERTA TEMORES Y SOSPECHAS

En las últimas semanas la Presidente ha venido dando muestras de su intención de relanzar fuertemente la gestión hasta el final de su mandato.

Sin embargo esta decisión -que no debería ser criticada en un país acostumbrado al presidencialismo y que por tanto necesita que la figura de su primer mandatario mantenga fortaleza y margen de acción- despierta sospecha no tan sólo en la oposición sino también en sectores del peronismo que, aún acompañando, despliegan la teoría que habla de la necesidad de iniciar otra etapa y lo que es más sugestivo en integrantes del gobierno que pueden ser considerados el “ala moderada” del cristinismo.

Porque todo indica que el rumbo elegido es un camino de dos vías: por un lado abroquelarse en el poder con los más leales –así por caso se observa un acelerado avance de La Cámpora- pero por otro el alejamiento de formas y modos democráticos que en muchos casos llega a rozar la base misma de las instituciones.

Las alianzas con países de gobiernos autoritarios –que suma ahora a la Rusia del expansionista Putín-, el deterioro acelerado de las relaciones con las democracias occidentales, la decisión de salirse ruidosamente del sistema jurídico internacional y el recrudecimiento explosivo de los viejos conflictos con el campo y con el Grupo Clarín, son muestras de un giro hacia la peor cara de un gobierno en el que el atropello ha sido más constante que el diálogo.

Aquella duda de propios y extraños se centra en la pregunta que aún nadie se atreve a realizar en voz alta. ¿Hasta dónde está dispuesta a llegar Cristina?, ¿se endurece para “terminar” bien o concluyó por comprar el viejo proyecto de sus jóvenes fanáticos que le piden “que no termine”?.

Sea lo que fuese, los tiempos que vienen serán seguramente de una gran tensión; a la que por supuesto acicateará una situación económica tan deteriorada que esta vez no podrá esconderse ni con anuncios ni con grandes peleas.

Lo que es inocultable es que el camino elegido no es el más inteligente ni el más correcto, pero eso no parece importarle mucho a la Presidente.

Una vez más…