UNA CARICATURA LLAMADA DEMOCRACIA

Treinta mil candidatos en la provincia de Tucumán, una elección por fin de semana, distritos que votarán seis veces en el año, sospechas de fraude, catorce sistemas distintos. Una burla…

Hace meses que los argentinos no hacemos otra cosa que hablar de elecciones; y así será por lo menos en los próximos cuatro. Después, esperaremos pacientemente que llegue la fecha del cambio de autoridades y los consabidos «cien días de gracia» en los que se supone que los nuevos gobiernos -el nacional, los provinciales y los municipales- se van haciendo cargo lentamente de sus flamantes responsabilidades. Aún aquellos que reiteran mandato…

Se habrá ido un año entero en aprontes, con los gobernantes abocados todos a la campaña electoral y los ciudadanos esperando soluciones, escuchando promesas y sintiéndonos todos fuera de la conversación.

En Tucumán hay 30.000 -si, leyó bien, treinta mil- candidatos que se presentan a las próximas elecciones. En La Rioja, con poco más de 50.000 habitantes, hubo cerca de 5.000 postulantes; algo así como si en nuestra provincia hubiese más de un millón y medio de pretendientes a un cargo.

Todavía quedan resabios del bochorno santafesino, que se dio el lujo de repetirlo en las PASO y las generales, y las nuevas autoridades asumirán bajo el signo de la duda.

Al terminar el año los porteños habrán votado seis veces para resolver cuestiones Plaza de Mayo de por medio.

La política se ha convertido en una actividad impresentable que es tomada como una actividad comercial privada por parte de los políticos y que es financiada por la gente con sus impuestos. Justamente al revés de su propia esencia que se supone como un servicio a la comunidad.

Ya es tiempo de gritar el «no va más». Hay que reformar el sistema, unificar criterios técnicos de elección, generar un escenario de confianza y simplicidad y sobre todo devolverle al ciudadano la posibilidad de elegir y no tener siempre que optar por listas impresentables, kilométricas y oscuras.

Porque pasado lo que quede del año próximo sin votaciones ni períodos de gracia, nos encontraremos que cerca del fin de 2016 tendremos que comenzar el proceso que nos lleve a las elecciones de medio término en 2017.

Y alguna vez, querido lector, tendríamos que dedicar el tiempo a trabajar para sacar al país de sus problemas, insertarlo en el mundo y lograr su desarrollo.

Algo que va mucho más allá de votar permanentemente para que algunos consigan un conchabo.