Una protesta exige un juicio político contra Rousseff por la corrupción

Las protestas, que se convocaron en seis capitales y reunieron en São Paulo a más de 10.000 personas, se radicalizan contra el PT.

Solo un día después de que diversos ejecutivos de Petrobras fuesen arrestados, sospechosos por participar en una de las mayores tramas de corrupción de Brasil, miles de personas llenaron las calles de al menos seis capitales del país para protestar contra el Gobierno federal y exigir un juicio político en contra de la presidenta Dilma Rousseff (PT). Las manifestaciones habían sido convocadas antes del anuncio de las detenciones, pero la operación del viernes aumentó el fuego de las protestas.

“Quiero saludar y felicitar el juez Fernando Moro, encargado de la Operación Lava Jato. Está haciendo un excelente trabajo al limpiar nuestro Brasil de esa escoria”, arengó uno de los organizadores del movimiento en São Paulo, donde cerca de 10.000 personas protestaron durante casi tres horas. El número de las movilizaciones actuales triplica el de las protestas de inicios de noviembre.

Al mismo tiempo que el grupo de manifestantes creció, también quedó claro el diverso y radical paisaje urbano de la capital paulista. Diverso porque había punks, militares, hare krishnas, miembros de grupos LGBT y skin heads caminando al lado de personas que no se identifican con movimiento alguno. Radical porque bastaba que alguien extendiese una toalla roja en la ventana de un edificio para oír abucheos, insultos y un intenso griterío que sentenciaba: «Vete para Cuba”. Además, otra prueba de la agresividad fue que, en un trayecto de cuatro kilómetros (entre el Museu de Arte de São Paulo, en la avenida Paulista, y la Praça da Sé, en el centro) hubo al menos dos incidentes de agresión entre los manifestantes contrarios a la presidenta y algunas personas que se mostraron descontentas con la protesta.

La primera agresión fue contra un abogado que fue golpeado en la cabeza mientras intentaba argumentar sobre la razón de usar una camisa roja en la cual Fidel Castro, Mao Zedong y Karl Marx, entre otros símbolos comunistas, se confraternizaban con vasos de cerveza en las manos. “Yo estaba volviendo del gimnasio para mi casa por la avenida Paulista y comencé a ser agredido [verbalmente] por los manifestantes. Quise explicar que lo que había en mi camisa era una broma, pero parece que el rojo, que es el color de la pasión, despierta el odio en algunas personas”, afirmó Alexandre Simões de Melo, de 33 años. Declarado simpatizante, del PT dice estar sorprendido ante la reacción de los manifestantes.