Unzué: la ruina eterna

Si algún argentino fuese mañana presidente de Egipto llenaría de carteles una remodelación de las pirámides. pero las urgencias siempre nos alejan de los Elefantes Blancos.

Es para psicólogos  el estudio de la seducción que sobre nuestros gobernantes ejercen los símbolos. No recuerdo un presidente que no haya metido mano en la remodelación de la Rosada ni un gobernador que no haya intentado impactar con obras en el teatro Argentino de La Plata.

Tampoco los recuerdo llegando a Mar del Plata y no intentando convertirse en los que «pusieron en valor» el viejo edificio del Asilo Unzué. Aunque ninguno lo haya hecho jamás…

Alfonsín inició tibiamente las obras, con la activa presencia de la por entonces vice gobernadora de la provincia, arquitecta por añadidura, la dinámica e inteligente Elba Roulet. Como suele ocurrir con los amigos del radicalismo, los discursos fueron mucho más agresivos que las obras…

Menem anunció una remodelación total, de la mano del pedido de Mario Russak que una vez más brindó copiosamente por algo que no pasó de gigantografías, anuncios y buenas intenciones.

Fernando de la Rúa aún está buscando donde queda el asilo Unzué…

Los Kirchner, de la mano de la «arquitecta egipcia» llenó el lugar de ostentosos anuncios aunque, justo es decirlo, fue la que más avanzó en la remodelación que sin embargo quedó, como tantas otras cosas de la década, en más anuncios que concreciones.

Hoy la deteriorada estructura ya luce un nuevo cartel, el de la era Macri-Vidal, con nuevo slogan y abiertas esperanzas.

Probablemente a la espera de otro gobierno y otro cartel. O hasta que alguien se pregunte si existe la posibilidad de encarar un emprendimiento privado que, respetando edificios y fachada, le de algún sentido final al edificio del eterno comienzo.

¿Sería un pecado?. Siempre será menor que tener el viejo asilo en estado de hecatombe permanente…