Victoria cada vez más Tolola y con menos Paz

Por Adrián FreijoLa candidata del Frente de Todos llegó a Mar del Plata y, fiel a su costumbre de emitir sonidos y después pensar, dijo lo único que no tenía que decir en nuestra ciudad. Incorregible.

 

«Tenemos una agenda que busca construir a Mar del Plata en el marco de un proyecto de Provincia y Nación. No es todo lo mismo. No se puede pensar que Mar del Plata se salva en una especie de ‘vecinalismo’ sin estar asociada a un proyecto de Provincia y país, y esto es central» dijo muy suelta de cuerpo la candidata del Frente de Todos, vieja habitué de Punta del Este, en el único lugar de la Argentina en el que jamás debió pronunciar esas palabras.

Porque Mar del Plata viene de la más añeja y sostenida raigambre vecinalista, que comenzó en la década del 20 del siglo pasado con el socialismo, encarnado en la figura señera de Don Teodoro Bronzini, una expresión por cierto localista en aquellos años en los que el país se repartía entre radicales y conservadores, continuó así aún cuando irrumpió el peronismo en la vida nacional y siguió tras el largo tiempo de la

Dictadura con un renacido Mario Russak que volvió al palacio comunal de la mano de un partido local llamado Frente Regional.

Más acá en el tiempo, la experiencia de Gustavo Pulti y su Acción Marplatense, no hace otra cosa que consolidar la vocación vecinalista de una ciudad que, lejos de representar esa cosa chiquitita que la singular y atololada candidata expresa en sus palabras, se construyó a sí misma como una de las ciudades más importantes de la Argentina y de toda América del Sur.

Y a pocos metros de ella, su compañero de ruta Ariel «Cholo» Ciano, surgido de las filas del «Partido de la Ciudad» debió recordarle la conveniencia de dar un segundo de descanso a tan movediza lengua.

Seis décadas, en tan solo un siglo, en las que las expresiones locales convirtieron a la vieja villa de veraneo en una urbe pujante y admirada en el mundo entero,

Alguien debió decirle a la dicharachera Victoria que justo eso que quería decir, no lo podía decir acá…

Cuan cierto es aquello de que el hombre (y las mujeres) es dueño de sus silencios y esclavo de sus palabras.

Victoria…mejor seguí hablando del garche. Es menos disparatado…