VIDALITA DEL PUERTO

Llegaron los anuncios; esperados y por cierto exagerados en la expectativa. Todos marchan en el sentido correcto pero comparten las mismas características: voluntarismo y gusto a poco.

Un fondo rotativo para subsidiar el combustible, obras de infraestructura para el puerto, regularización laboral y de las cooperativas, créditos para el sector, captación de la ART Provincia de todas las empresas del sector, reintegros a las exportaciones y promoción del consumo interno de pescado; estos son los anuncios de Vidal y Prat Gay en su visita al puerto de Mar del Plata. Todos ellos caminan en el sentido correcto pero lamentablemente son impracticables, voluntaristas y escasos.

Vale la pena detenernos en cada uno de ellos:

Fondo rotativo para el combustible: se implementará un fondo de 200 millones de pesos destinado a financiar combustible e insumos, con una tasa anual del 5% y un 1,5% de gastos administrativos. La cifra es a todas luces insuficiente para proveer a toda la flota y por lo demás el costo financiero sigue siendo alto para la competitividad de la actividad. Esta medida puede considerarse un gesto, pero no mucho más.

Puertos: los anuncios de inversión en infraestructura y dragado vienen siendo reiterados a lo largo de los años y nada hace pensar que esta vez será distinto. ¿Porqué?, porque la inversión anunciada no figura en el presupuesto elevado a la legislatura provincial. Punto..todo lo demás es pura cháchara.

Regularización laboral y de las cooperativas: en la Argentina la precariedad laboral es del 39% y no ha existido en todo el año una sola medida para avanzar en una resolución. El gobierno sabe que buscar ahora la puesta en blanco de todos los trabajadores -en una industria que por falta de recurso se ha vuelto con mucho entusiasmo en semestral- sería condenar a las empresas a la extinción. No hubo un solo anuncio concreto para explicar como se hace el blanqueo y eso hace que todo quede en buenas y reiteradas intenciones.

Con respecto a las cooperativas la única solución posible es organizarlas, controlarlas y exigirles dentro del marco de la ley correspondiente. Y ciertamente por la misma característica de las que se organizan en el puerto ello es imposible y además muy riesgoso: las empresas que aún mantienen trabajo en blanco se verían lógicamente inclinadas a adoptar el sistema cooperativo, lo que generaría un cuello de botella insoluble para el futuro del sistema previsional. Todo un absurdo; todo un verso.

Crédito para las empresas: solamente con anunciar una línea al 20% de interés y a 180 días de plazo caemos en la cuenta que en la materia -el peor de los dramas que tiene la producción en el país- estamos ante la nada misma.

Una línea de crédito realmente útil para el sector supondría una tasa máxima del 6% con al menos dos años de plazo de devolución, si hablamos de financiamiento operativo y no más de un 4% de interés anual y 10 años de plazo de amortización si hablamos de créditos de capital y equipamiento.

Un poco lejos de lo anunciado, ¿no?

Reintegros: fue el gran instrumento de promoción en las décadas del 70 y el 80, y con ellos la pesquería marplatense creció hasta su punto máximo y mantuvo una competitividad que la ponía en posición de liderazgo en todos los mercados.

Pero el reintegro oscilaba entre el 18 y el 25%….muy lejos del exiguo 4% que se ofrece ahora, sobre un dólar subvaluado y con una inflación por arriba del 25% que condiciona todos los insumos y costos internos. Nadie puede, seriamente, sostener que la propuesta amerita semejante montaje y engolamiento como el que se vio en la mañana portuense.

Y con respecto a la idea de Promover el consumo a través de campañas de promoción y su incorporación en instituciones educativas, de salud, asistenciales, carcelarias, para fomentar una alimentación saludable, tal vez sería bueno que desde La Plata repasaran las similares que lanzaron los gobiernos de Frondizi, Lanusse, Juan Perón, De la Rúa (con su recordada merluzza) y tal vez algún otro que olvidamos y que no tuvieron resultado alguno. Ojalá pudiese funcionar…pero es difícil cambiar el gusto de los argentinos, y eso es evidente.

En resumen, entre cosas ya intentadas, medidas insuficientes y proyectos reiterados nos queda la sensación de que nada nuevo hemos escuchado y que, una vez más, a poco de andar volverán los reclamos y los enojos frente a la crisis terminal de una actividad que nadie parece tener demasiado interés en salvar.

Todo muy chiquito, todo muy improvisado…todo con el primitivismo de una «vidalita» presuntuosa. Pero que cuando deje de sonar musicalmente en el oído de la gente pondrá en evidencia su fragilidad y dejará de ser cantada.