Tras un año de enormes dificultades y en el marco de un creciente descontento popular, Nicolás Maduro afronta un 2015 plagado de malos augurios.
El régimen de Nicolás Maduro, cuyo vuelo a lo largo del 2014 en ocasiones fue sacudido por turbulencias políticas y económicas que generaron dudas sobre su sostenibilidad, enfrentará vientos huracanados el próximo año, ante un pronosticado empeoramiento de la crisis económica, una torpe actuación política y la creciente decepción entre las filas chavistas.
Expertos consultados advirtieron que el 2015 luce como un año de extrema agitación social para los venezolanos, con proyecciones de que los ya agudos índices de inflación y desabastecimiento aumentarán considerablemente y que el régimen bolivariano incrementará la represión y la persecución política para tratar de contener el descontento.
“Viene un año ingobernable y muy agitado”, advirtió desde Montreal el asesor político Orlando Viera Blanco.
“El próximo año va a ser un año de una crisis inmensamente más profunda de la que estamos viviendo en este momento”, coincidió desde Venezuela Jesús Seguías, presidente de la encuestadora DatinCorp.
Los prospectos de estabilidad política para el heredero del fallecido Hugo Chávez se ha estado viniendo abajo por la gradual pérdida de confianza de la base chavista en la conducción económica del gobierno.
Maduro, quien a lo largo del 2014 dilató la toma de medidas económicas urgentemente necesitadas para estabilizar la economía del país, enfrenta niveles de popularidad que rondan cerca del 25 por ciento, al tiempo que más de un 80 por ciento de los venezolanos consideran que el país va por muy mal camino.
La insatisfacción con la conducción económica está desmoronando el proceso de polarización política sobre el cual descansaba el chavismo.
“Este proceso de caos, comienza a despolarizar”, resaltó Viera.
“En ese proceso de sobrevivir [ante la angustiante crisis económica], se está generando un reagrupamiento que atenta directamente contra la polarización, y vemos como chavistas y opositores comienzan a alinearse juntos en una misma orilla, compartiendo el mismo anhelo de un cambio y el mismo anhelo de que se produzca un entendimiento entre el Estado y el sector privado para poder vivir y para poder comer”, explicó Viera.
El proceso de cambio en el sentir de las bases populares que tradicionalmente han respaldado al chavismo está siendo alimentado por el manejo casi exclusivamente propagandístico de la crisis por parte de Maduro, quien lleva un año tratando de convencer a los venezolanos que la escasez es producto de una “guerra económica” emprendida contra el gobierno por parte de la oposición y el empresariado.
El argumento ya no luce convincente en los sectores populares pese al constante bombardeo propagandístico del gobierno a través de su vasta red de medios de comunicación.
Según Viera, quien monitorea constantemente los resultados de encuestas y de focus groups, la percepción generalizada en la calle es que Maduro es incapaz de solucionar la crisis.
A ello se le suma la falta de carisma del gobernante, quien a diferencia del fallecido Hugo Chávez, está mostrando gran deficiencia en su capacidad de aglutinar y controlar los distintos sectores que aglutinan al chavismo.
“El chavismo agoto su capacidad de anclaje, su capacidad de mantener fieles al concepto de la polarización, y se están produciendo divorcios, migraciones. La gente que tradicionalmente respaldó la chavismo ya comenzó a cansarse y a desprenderse”, dijo Viera.
“Maduro está permitiendo que el pueblo chavista se desencante. Está demostrando que no tiene capacidad de cohesión, que si la tenía Chávez, y ya comenzamos a ver como la gente dentro de las filas del [oficialista] PSUV está perdiendo interés y se aleja de sus filas, porque además siente que el proceso de liderazgo interno ya no es democrático”, agregó.
Y también está afectando la percepción dentro del chavismo de que el deterioro económico del país es el resultado, al menos parcialmente, de la corrupción rampante entre algunos sectores del chavismo, agregó Seguías.
«Lo que hay es una especie de descontento generalizado por la corrupción que hay en el gobierno y con el autoritarismo interno. Esos son los factores que han llevado a [el movimiento chavista conocido como] Marea Socialista, y a los izquierdistas tradicionales del PSUV, a asumir la posición que han asumido y a convertirse en factores incómodos para quienes manejan la estructura del poder dentro del PSUV», explicó Seguías.
La apatía oficialista se vio hace un par de semana en el proceso de elección interna del Partido Socialista Unido de Venezuela, en la que menos de un 15 por ciento de los electores chavistas registrados para votar participaron en la elección de sus dirigentes locales.
Los problemas del gobierno se están viendo intensificados por la pronunciada caída en los precios del petróleo con pronósticos de que se mantendrán por debajo de los $70 el barril a lo largo del próximo año.
Según estimaciones privadas, el régimen necesita precios cercanos a los $120 el barril para reducir significativamente un déficit fiscal del sector público consolidado que ronda cerca de 20 puntos porcentuales del Producto Interno Bruto, y un precio de más de $80 para evitar un deterioro aún mayor de niveles de desabastecimiento que ya alcanzan niveles sin precedentes.
A estas alturas, la “única manera que tiene el gobierno para tratar de reducir el déficit fiscal es devaluando”, advirtió Francisco Ibarra, director de la firma de asesores Econometrica.
Los economistas pronóstica que el régimen no tendrá mas alternativa que aplicar el próximo año lo que vendría siendo la madre de todas las devaluaciones aplicadas en el país en su historia reciente.
Pero las devaluaciones son medidas altamente impopulares y tienen a generar mayor descontento en la población.
Diego Moya-Ocampos, analista senior para América Latina de IHS Global Insight/IHS Jane’s, advirtió que el esperado deterioro para el próximo año de la situación económica del país incrementará el ya extenso descontento que pesa sobre los hombros de Maduro.
“No vemos luz al final del túnel”, dijo Moya desde Londres.
Además de la un empeoramiento de la escasez de productos básicos como los alimentos, la gasolina y los medicamentos – fenómeno que ya mantienen a los venezolanos pasando horas todos los días peregrinando de punto en punto para ver que consiguen- la población será sometida a mayores interrupciones en el suministro en el servicio eléctrico, de agua potable y de gas natural.
“Esta combinación de escasez de bienes básicos, más problemas en el suministro de agua y de gas natural, más apagones, combinados a su vez con las epidemias como la chikunguña y el dengue, y la falta de medicamentos para tratarlos, van a contribuir a incrementar la ansiedad de la población”, advirtió Moya.
“Eso, en un marco de una galopante inflación, que ya es la más alta del mundo, y una economía que se sigue deteriorando va a incrementar los riesgos de protesta social; la protesta de la gente en los barrios que angustiada baja a la calle a protestar e incluso que podría bajar a saquear”, agregó.