Por Dr. César A Lerena (*)– ¿Qué le pasa a la pesca que en forma cíclica recicla conflictos laborales y donde el sector empresario reclama medidas para paliar la falta de rentabilidad?.
Es difícil entender actividades tan complejas como la industrial-pesquera, cuándo los argentinos permanecemos indiferentes a declaraciones que indican que la Argentina tiene menos pobres que Alemania. El argentino es un escaso consumidor de pescado e ignora, por lo tanto esta actividad.
Qué le pasa a la pesca –una actividad netamente exportadora- que en forma cíclica recicla conflictos laborales y donde el sector empresario reclama medidas desde el gobierno para paliar la falta de rentabilidad.
En principio una pésima política macroeconómica nacional con altos índices de inflación que encarecen el costo interno y una igualmente pésima política de la Subsecretaría de Pesca, que continúa un modelo iniciado en el proceso militar, consolidado en los años 90 con la cesión de las cuotas transferibles de captura, la extranjerización de la pesca y la sobre-explotación; y que se ratifica y profundiza en la actualidad, con la más absoluta falta de conocimiento sobre la disponibilidad de los recursos, la concentración de las cuotas de capturas de merluza en unas pocas empresas, la profundización del modelo de congelación a bordo, el descontrol de las capturas, de los descartes a bordo y la debida identificación de las especies, tamaños y volúmenes en los desembarcos.
El fracaso de este modelo, ha sido el fracaso de las políticas llevadas a cabo por los gobiernos de los últimos 45 años, pero también por quienes –y muy especialmente- de unos pocos que han liderado los sectores empresarios y gremiales que acompañaron y fomentaron estas políticas, y otros -la gran mayoría- que en la defensa del cuidado legítimo de sus propios intereses, han permanecido indiferentes frente a políticas de depredación, extranjerización de la explotación del mar argentino y monopolización de la captura.
El interés de los Chinos por adquirir una de las más importantes empresas argentinas para explotar nuestros recursos y exportarlos al más bajo valor agregado -como ocurre con otras de ese origen ya instaladas en la Argentina, en éste y otros rubros- es una muestra muy preocupante.
Los Chinos no vienen por nuestros productos vienen por nuestros recursos naturales. El intercambio compensado (a instancias de Moreno) de una importante importadora de productos electrónicos, es un camino a profundizar la concentración del comercio, que décadas atrás estaba en manos de los productores nacionales.
Vamos hacia la exportación de materias primas con bajo valor agregado y con ello caída de la industria en tierra y la desocupación. Con este modelo, donde el Estado ha perdido la administración del recurso de su propiedad a partir de la transferibilidad de las cuotas; donde se privilegia la congelación de abordo sobre la elaboración en tierra; con los más importantes ingresos de exportación que se sostienen con las capturas record de langostino (en el 2014 fueron 127 mil toneladas las capturas) y donde gran parte de las cuotas de merluza están concentradas en sólo 4 empresas, no es de esperar otra cosa, que una creciente desocupación con motivo de las graves dificultades que enfrentan las empresas que elaboran en tierra y agregan valor.
En el primer trimestre del año, las toneladas exportadas de filetes se redujeron en un 28% respecto al 2014, mientras que las de enteros en igual período aumentaron un 16%, una demostración elocuente del fracaso de este modelo pesquero, que atenta contra la fuente laboral y la industria pesquera instalada en tierra.
Privilegiar el congelamiento a bordo, desatendiendo la captura con buques fresqueros y al mismo tiempo alentando la captura de langostino (228 buques, 68 de los cuales eran de Mar del Plata, se destinaron a la captura esta especie) pueden mostrar estadísticas de exportación, que los funcionarios destacan, pero que atentan contra la industria y el empleo. De nada serviría retomar la administración del recurso por parte del Estado (la instauración de las cuotas intransferibles), si la distribución del recurso no se hace en forma amplia, atendiendo a la industrialización en tierra y el consecuente desarrollo regional, industrial y de pleno empleo.
El desarrollo pesquero nacional debe ir de la mano de la educación de consumidor, y ello también generará una mayor actividad de la producción nacional, aumentando el bajo consumo de pescado (4,5kg/per cápita/año) y la sustitución de importaciones que en este rubro alcanzaron en 2014 a unos 130 millones de dólares anuales, en conservas, congelados y frescos.
Es poco probable también, que pueda lograrse una explotación sustentable cuando se vulneran aspectos fundamentales respecto a la conservación de las especies; y aquí hay que mencionar, el agravante de la lamentable política llevada por las distintas reparticiones del área, respecto a la carencia de campañas de investigación desde hace más de un año; a la falta de control de la captura propia y clandestina; los descartes a bordo; y el volumen e identificación de los desembarcos de las distintas especies.
Todo ello, más la errónea política llevada a cabo respecto a los buques extranjeros que pescan en el atlántico sudoccidental, y la errática e inapropiada táctica aplicada, respecto a las capturas realizadas bajo licencia del Reino Unido; donde es una prueba elocuente el altísimo volumen extraído en los últimos treinta años por embarcaciones licenciadas por los británicos; que llevaron al propio Director de Pesca en Malvinas John Barton, a manifestar: “Sin las licencias de pesca no hubiéramos sobrevivido en Malvinas”. Es necesario establecer Mercados de Concentración en los puertos argentinos para poner al alcance de todos, los recursos pesqueros y optimizar el control de los desembarcos; y Mercados Mayoristas en los grandes centros de distribución internacional para mejorar la competitividad y rentabilidad de los productos pesqueros argentinos, evitando la intervención de las grandes operadoras concentradoras de commodities.
El Estado, a través de sus gobiernos, tiene la obligación de guardar un equilibrio biológico, porque se trata de un recurso natural agotable y un equilibrio económico-social o laboral-empresario para dar mayor bienestar a los argentinos de hoy, y a las próximas generaciones. tema no menor, por el contrario, es la principal causa del conflicto; porque el Estado, a través de su gobierno de turno no ha sabido administrar debidamente este importantísimo recurso, proveedor de un alimento de excelente valor nutricional; generador de gran cantidad de mano de obra; promotor de una ocupación industrial y poblacional estratégica en el territorio nacional y una fuente importante de generación de mercados y divisas al país; una actividad exportadora, aún más importante -desde hace años- que la de las propias carnes rojas, ya sea por la cantidad de dólares exportados (1.500 millones/año) o porque sus productos acceden a los mercados más exigentes del mundo.
La ley Federal Pesquera vigente estableció como objeto: “…fomentar el ejercicio de la pesca marítima en procura del máximo desarrollo compatible con el aprovechamiento racional de los recursos vivos marinos. Promover la protección efectiva de los intereses nacionales relacionados con la pesca, y garantizar la sustentabilidad de la actividad pesquera y la conservación a largo plazo de los recursos, favoreciendo la mayor distribución de los recursos pesqueros y el desarrollo de procesos industriales ambientalmente apropiados, promoviendo la obtención del máximo valor agregado y el mayor empleo de mano de obra argentina”. Si ello se hubiese cumplido desde su sanción, distinta y promisoria sería la actividad pesquera.
(*) Ex Secretario de Estado -Autor de los libros “Industria Pesquera Argentina. Reafirmación o decadencia”(1989); “Malvinas. Biografía de la Entrega.Pesca la moneda de cambio”(2009); “Hacia una Soberanía plena en el Atlántico Sur” (2010); “La Soberanía Argentina en el Atlántico Sur y Malvinas. La política pesquera como herramienta” (2013) y coautor del proyecto de “Ley Nacional de Pesca Marítima” (2014); Asesor en el Senado de la Nación del Senador Fernando Pino Solanas (2014