80 años sin Gardel de Buenos Aires, Señor de la canción

Más allá de la polémica sobre su nacimiento la figura de Carlos Gardel ha adquirido dimensiones míticas luego que su voz, única en su estilo y cadencia, hizo de la emoción su principal baluarte.

Gardel cantaba con el corazón y ponía el alma en cada una de las letras que entonaba. Por eso el que lo escuchaba siempre quería más y estaba dispuesto a asegurar que “cada día canta mejor” como se dice hasta hoy.

Pero Gardel también supo trascender su voz y se convirtió en ícono cultural. Hizo del tango una forma de ser rioplatense que nos identificó en el mundo y que se expandió aún más a través de sus películas que lo mostraron como “galán latino” en las pantallas francesas o estadounidenses.

Gardel puso la cultura argentina en el foco internacional, lo que provocó que las clases altas -que hasta el momento miraban con desprecio toda expresión del folclore autóctono- terminaran aceptando el tango en sus selectas tertulias.

Gardel también creó una forma de modular, de peinarse a la gomina, de pararse, de ponerse el sombrero y hasta de encender un cigarrillo. Su carisma lo convirtió en ídolo de multitudes, en figura a imitar. “Ser Gardel” es ser el mejor y, más allá de hipótesis sobre su nacimiento, su amor por la Argentina quedó registrado desde que se nacionalizó en 1923 y en cada fraseo en el que demostraba el fervor por su

“Buenos Aires querido” y por un país entero que llegó a venerarlo hasta la idolatría.

Hoy su voz forma parte de la “Memoria del mundo” gracias a la Unesco, que desde 2003 la tiene registrada en su programa de preservación de documentos patrimoniales de la humanidad.

Su figura puede habernos dejado, pero todo lo que ella significó sigue entre nosotros con una vigencia sorprendente.

La muestra en Buenos Aires

Desde fotografías y grabaciones inéditas hasta uno de sus trajes, su guitarra, una cigarrera y un mate, una corbata, un par de zapatos y varios telegramas y cartas, entre muchos otros objetos, forman parte de “Carlos Gardel, del hombre al mito”, la muestra del Museo Histórico Nacional que propone un recorrido cronológico por las etapas más significativas de la vida del Zorzal Criollo y puede visitarse hasta el próximo 26 de julio.

“Gardel era un enamorado de la vida, un apasionado por todo lo que hacía, que dedicó su vida a su obra, a su personaje”, señaló Walter Santoro, director ejecutivo de la Fundación Industrias Culturales Argentinas, propietaria de los objetos y documentos originales que nunca antes se habían expuesto al público.

La exposición recorre su vida, su relación con la música y el cine y las circunstancias de su fallecimiento, que cuenta con una sección propia en la que se recogen las portadas de prensa posteriores a la tragedia área, así como restos recuperados del accidente y la última fotografía que se tomó de Gardel antes de subirse al avión en el que realizaría su último viaje.

Buenos Aires también lo recordará con una serie de conferencias, conciertos y un homenaje en el cementerio de La Chacarita, donde descansan los restos del gran mito del tango.

Medellín y Uruguay

La ciudad colombiana de Medellín también prepara sus homenajes con ofrendas, conferencias que prometen seguir avivando los misterios de su vida y su muerte, películas y mucho tango, en un festival que tiene a Carlos Gardel como eje.

Bajo el lema “Antes morir que olvidarte”, el festival tiene como fecha cumbre el día de mañana: cuando se cumplen 80 años de la muerte de Gardel en el aeropuerto de esa ciudad, en una colisión entre el avión en el que viajaba el músico y otra aeronave.

Aunque muy lejos de los orígenes rioplatenses del ritmo 2 por 4, Medellín -y otras zonas a su alrededor- se consideran tangueras desde hace décadas. Una tradición que sumada a la muerte de Gardel en 1935, precisamente allí, dejó para siempre inscrito el nombre de la ciudad en el mapa mundial del tango.

“La muerte de Don Carlos aquí fue un argumento para que Medellín se convirtiera en referente del tango, aunque ya en 1935 había un movimiento ‘tanguístico’ en esta zona del eje cafetero colombiano y él venía justo a ver a sus fans”, dijo Javier Ocampo, miembro y antiguo presidente de la Asociación Gardeliana de Colombia.

Para los gardelianos son muchos los factores que hicieron de Medellín una ciudad de tango, entre ellos: la llegada de futbolistas argentinos a comienzos del siglo XX, que compartían su música y su cultura, y lo identificados que se sentían con las letras los obreros de las barriadas que rodeaban la ciudad, que como los emigrantes europeos en Argentina o Uruguay, habían llegado a la ciudad desde otras regiones.

La estatua de Gardel, en la que mañana sus seguidores colocarán una ofrenda floral, está precisamente en un populoso barrio de Medellín, Manrique, hogar de quienes llegaban de fuera a trabajar en la ciudad.

El aeropuerto donde murió también será punto clave de los honores al “Mago”, pero muchos seguidores están sobre todo atentos a una conferencia titulada “¿Qué ocurrió realmente el día que murió Gardel?”, a cargo del experto en aviación Mauricio Umaña, que reconstruyó el accidente del F-31 en que viajaba el cantor.

También acaparará miradas la presentación de la película “La caravana de Gardel”, sobre el recorrido de los restos del cantante -incluso a lomo de mula- por varios pueblos de Colombia, antes de llegar al puerto de Buenaventura, desde donde viajaron a Nueva York y Montevideo, antes de ser finalmente sepultados en el cementerio La Chacarita de Buenos Aires.

Pero no solo Medellín prepara homenajes a Gardel en los 80 años de su muerte.

En Uruguay, por ejemplo, celebrarán al que consideran compatriota con la inauguración de una estatua en Montevideo mañana y la celebración de una Semana Gardeliana en el departamento de Tacuarembó.

Según los uruguayos, Gardel nació precisamente allí, en Tacuarembó, 400 km al norte de Montevideo, en una fecha imprecisa (entre 1883-1884) como fruto de un amor prohibido que llevó a que fuera entregado a la prostituta francesa Berta Gardes.

En la Argentina, en tanto, se defiende que nació en Toulouse, Francia, en 1890, y llegó a Buenos Aires con su madre en 1893 para terminar convertido en el Morocho del Abasto, el Zorzal Criollo, el Mago, el Mudo, el Cantor de la Sonrisa Eterna y el Rey del Tango. Por supuesto que sigue vivo. Y además canta cada día mejor.