Plisetskaya creó el Ballet Imperial Ruso con el que, cada Navidad, regresaba simbólicamente a los escenarios con clásicos como «Cascanueces», «El lago de los cisnes» o «Don Quijote».
Maya Plisetskaya ha muerto hace pocas horas, esta tarde, en Munich a los 89 años de edad (cumpliría 90 el 20 de noviembre), al lado de su esposo, el compositor Rodion Schedrin, según nos ha informado su gran amigo, el coreógrafo y especialista en danza Ricardo Cue.
Un ataque cardíaco ha terminado con la vida de la que ha sido una de las grandes bailarinas del siglo XX y todo un emblema del ballet ruso con sus inconfundibles brazos y asombroso salto, salpimentado con una fuerte personalidad que impregnó a todas sus interpretaciones. ‘El lago de los cisnes’, ‘Don Quijote’, ‘Anna Karenina’ o ‘Carmen Suite’, creado para ella por el coreógrafo Alberto Alonso, son algunos de los ballets que han marcado su larga carrera, desde que iniciara sus clases de danza con 3 años, en 1928. Pero ha sido, desde que lo estrenara en 1943 en el Bolshoi, con sólo 18 años, ‘La muerte del cisne’, su pieza más aclamada fuera de Rusia,
Premio Príncipe de Asturias de las Artes 2005, galardón que recibió junto a Tamara Rojo, único otorgado a la danza hasta el momento, Maya Plisetskaya fue directora del Ballet Nacional Clásico de España entre 1987 y 1990, año en que le sustituyó Nacho Duato. Desde 1993 tenía la ciudadanía española. En su autobiografía, ‘Yo, Maya’, relata su vida con la danza y su odisea personal ante el veto del gobierno de la URSS a que saliera del país.