A NUEVE AÑOS DE UN «TRIUNFO» QUE NO FUE

Casi una década después del «NO» al ALCA la región sigue sin integrarse y las políticas comunes en materia económica y de inversión están ausentes.

Se recuerda por estas horas el rechazo que en la Cumbre de las Américas del año 2005 desarrollada en nuestra ciudad la Argentina hiciese a la propuesta norteamericana de integrar el ALCA, un Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA), cuya presentación por parte de George Bush significó un duro cruce verbal con el entonces presidente Néstor Kirchner.

 

Muchas han sido las discusiones acerca de esta iniciativa entre aquellos que consideran necesario avanzar rápidamente hacia el ALCA, y los que afirman la necesidad de consolidar en primer término los bloques de integración subregional tales como el Caricom, la Comunidad Andina, el MECC (Mercado Común Centroamericano), el Mercosur, NAFTA, etc, estando la Argentina obviamente entre estos últimos.

 

La posición de entonces, que no ha variado hasta la actualidad, se asentaba justamente en la convicción de que la iniciativa tenía como objetivo estratégico detener los procesos de integración parcial que ya se había iniciado y que en nuestro caso afectaba directamente al Mercosur.

 

Por otro lado, también están aquellos que consideran que habría que establecer una suerte de velocidades variables entre los 34 países americanos para que puedan acercarse a la zona de libre comercio a medida que las condiciones económicas se lo permitan. Todo ello teniendo en cuenta que tener a los Estados Unidos como socio no es algo que se puede considerar fácil al momento de las negociaciones.

 

Lo cierto es que desde entonces y hasta ahora, el Mercosur ha ido languideciendo y perdiendo actividad, de la mano de las actitudes individualistas de sus miembros y de una situación de debilidad que ha ido instalando la teoría del “sálvese quien pueda”, con desarrollos muy diferentes de sus miembros y políticas que distan mucho de ser consensuadas.

 

Argentina y Venezuela –dos de los más ruidosos impulsores del rechazo- no han dejado de languidecer social y económicamente, con altos niveles de inflación y un creciente aislamiento internacional.

 

Ecuador y Bolivia, por entonces entusiastas acompañantes de la postura confrontativa, han ido virando en esa enjundia, acercando sus políticas a los estándares internacionales y abriendo poco a poco sus mercados a la inversión extranjera incluida la norteamericana.

 

Chile, Perú, Paraguay y Colombia –que no es miembro del grupo- se lanzaron a intensos procesos de apertura económica que los convirtieron en los países con más alto crecimiento económico de la década y que hoy los encuentra integrando un nuevo subgrupo al que se conoce como Alianza del Pacífico y que seguramente marcará el rumbo de los próximos años en lo que a Latinoamérica se refiere.

 

Brasil en tanto ha avanzado en su condición de potencia mundial, muy separada del resto de sus vecinos, y si bien hoy afronta una fuerte crisis de crecimiento todo hace suponer que su marcha será imparable en las próximas décadas. Marcha que además apunta a integrar a Uruguay como un socio menor pero estable y confiable.

 

Este escenario hace pensar que aquel rechazo –lógico como visión estratégica- no tuvo la contrapartida de una planificación que fuese más allá de lo ideológico o declamativo.

En la reiteración de un vicio que ha sido tan común a los países de la región, todo quedó en discursos, marchas, festejos y bravatas.

 

Después…cada uno a su casa y a seguir esperando que las cosas se acomoden sólas.

 

Nueve años después, en medio de homenajes y recordaciones, nada se ha avanzado en una verdadera integración y nuestro comercio exterior languidece y se desbarranca mientras los gobernantes argentinos se alejan cada vez más de la realidad mundial.

 

Y el Mercosur, aquello que pretendía “salvarse” con el rechazo a la propuesta del ALCA, prácticamente ha desaparecido de escena y se encuentra con pronóstico más que reservado.

 

Casi como si la postura de George Bush se hubiese impuesto en aquella Cumbre, por insólito que parezca al escuchar el cacareo de los “triunfadores”….