A Urribarri se le secan las ilusiones presidenciales y las palmeras

El hombre no hace pie en la campaña aunque igual deja huella: las palmeras sembradas en nuestras playas se secan y dejan un espectáculo lamentable.

Lo dijimos en su momento y como es habitual nadie se hizo cargo. Con Mar del Plata convertida en un bazar persa de los carromatos, carteles y esperpentos que nuestros políticos suelen utilizar para el autobombo, nos limitábamos a preguntar quien se hacía cargo de semejante cantidad de desmanes.

El silencio fue la respuesta…como siempre.

Y las consecuencias están a la vista...también como siempre.

El palmar tísico de Urribarri agoniza sin elegancia junto al mar

El palmar tísico de Urribarri agoniza sin elegancia junto al mar

El palmar sembrado por Sergio Urribarri se convirtió en socías de su campaña presidencial: ambos pretendieron crecer en tierras poco fértiles. Y así les fue…

Mientras todos esperan la fecha en la que el gobernador de Entre Ríos cante el «no va más», algunos por estos lares nos preguntamos si el esperpento arbóreo que nos legó el entusiasta candidato quedará ahí plantado y tan desubicado como Viky Xipolitakis en la Capilla Sixtina.

Una imagen horrible, inmerecida para esta pobre Mar del Plata convertida en campo de pruebas para cualquier imbécil con pretensiones que la quiera pintar de naranja, plagar de armatostes o…sembrar de palmeras.

Y mientras aparece alguien que la valore en toda su magnitud de belleza e importancia, la ciudad se sigue preguntando quien fue el irresponsable que autorizó este escracho mesopotámico.

Para saber, nomás…