Agresti: «Siempre creo en la inteligencia del público»

En el marco del Festival Internacional de Cine de Mar del Plata, el aclamado director Alejandro Agresti participó, con emoción, de la proyección de su película El acto en cuestión de 1993 que nunca se estrenó comercialmente en Argentina.

El ganador del Premio Especial del Jurado por Valentín en el Festival de Cine de 2003, se mostró entusiasmado por la oportunidad de poder proyectar el filme que por diversas razones no pudo presentar en su país.

«Me emocionó mucho ver la película. Siempre fui muy tímido aunque no parezca. Para mi fue algo muy importante. Es una cosa que tengo guardada hace 20 años. Hice muchas películas, pero es difícil guardarse esto en el bolsillo durante 20 años. Es un día muy feliz para mí», le dijo Agresti a libreexpresion.net visiblemente conmovido.

En una charla distendida después de la proyección en el Teatro Colón, Agresti recordó con cariño al protagonista del filme, Carlos Roffé, ya fallecido, quien encarnó magistralmente a Miguel Quiroga, el ilusionista de San Cristobal, un improvisado mago argentino que conquista el mundo con su acto que consta básicamente de hacer desaparecer objetos.

Agresti elogió especialmente el trabajo de Lorenzo Quinteros que brilla en la película como co-protagonista y narrador con una memorable interpretación visceral de textos en off, pero además expresó su opinión sobre la manera actual de hacer cine y la respuesta de la crítica. «Jugamos mucho con Lorenzo en las grabaciones en off, que es algo que para muchos está como prohibido. Pero el cine es libre y tenemos mil herramientas. Depende de cómo las usemos. Lamentablemente el cine está muy comprimido. La crítica está muy semaforizada. Basta de semaforismo. Hay que usar lo que sea y como sea. No hay que encerrarse en dogmas. Hay que pensar en lo que uno quiere hacer».

El acto en cuestión está basada en un texto escrito por Agresti a los 20 años, pero fue mutando con el correr de la realización de la película. Así lo reconoció el mismo director: «En ese momento, a los 20 años, me lo tomé muy en serio. Uno quiere decir siempre lo mismo pero cuando es chico uno se lo toma muy en serio. El humor se lo fui encontrando después».

En defensa de la autenticidad, Agresti prefirió despegarse de las metáforas y las dobles interpretaciones. «Nunca voy tan profundo. Yo voy a lo narrativo. Hoy se ven películas con 22 minutos seguidos sin que pase nada. Y todo el mundo tiene miedo a decir que no les gusta. A mi me gustan las historias y la interpretación. No pensé la película en sentido de metáfora. Uno tiene que hacer y después pensar», lanzó.

El filme tiene ADN bien argentino, es desopilante, jugado y novedoso para la época. «Es una película naif, una caja de magos. Hoy en día sería un éxito. La gente ya no se sorprende de nada. Esta película fue un experimento que salió bien. Cuando la presenté en Cannes -cuenta Agresti- estaba Wes Anderson (no lo conocía nadie) que hizo cosas parecidas 13 años después y cuando le preguntan cómo se le ocurrió dice que lo soñó».

Sin eufemismos, Agresti habló de la esencia misma del cine de acuerdo a su visión. «Me condición es que quiero darle cierto placer al público. Siempre creo en la inteligencia del público. Creo que cualquiera es sensible a ciertos placeres técnicos y narrativos. No es algo exclusivo de cierta casta».

Señalado como uno de los referentes del nuevo cine argentino, Agresti prefiere no dejarse llevar por la etiqueta, pero reconoce que su película Buenos Aires viceversa «marcó algo en el cine argentino desde lo estético y después vinieron otras como Pizza, birra, faso».

Y avanzó sobre la idea de mostrar las cosas que el cineasta quiere hacer sin importar lo que digan. «En general se hace lo que quieren otros, se dejan influenciar o encuentran un nicho. Claro que me encantó hacer La Casa del Lago en Hollywood… y después están los que te dicen que te vendiste a Hollywood. Son todos estos boludos frustrados que constantemente nos dominan. Hay que hacer lo que uno tiene ganas de hacer».

Texto: Florencia Cordero

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Fotos: Libre Expresión