Se impuso el nombre del ex intendente al establecimiento escolar del que proyectó la construcción y logró que se convirtiera en realidad inaugurándolo personalmente.
Alguna vez dijo Elio Aprile «la educación es un puente entre la belleza y la verdad. Sospecho que ninguna tarea docente ha de ser más sublime, más humana, que aquella de encender luminarias en el corazón del otro. No es utopía creer que cada maestro es como un farolero. Siempre quise poner en el alma de cada alumno una llama. No aspiré prestar mi lámpara a otros, aunque muchas veces lo hice. Me era más grato y más bello lograr que encendieran sus propias lámparas. Si alguna vez me recuerdan como maestro, ninguna memoria me resultaría más bella que esta sencilla afirmación: fue un encendedor de lámparas”.
Educador, político, filósofo y poeta, Elio fue sobre todas las cosas un maestro, en el sentido más profundo de la palabra. Ni los éxitos, ni las caídas ni la insidia lograron desviarlo de su convicción de vida y sus principios.
Este homenaje -preámbulo seguramente de los que vendrán el día en que los ciudadanos nos demos cuenta del valor dinámico de la honestidad y la vocación– no hace otra cosa que cumplir con un acto de justicia para quien fue en vida coherente con su palabra y supo comprometerse con el camino que siempre consideró el único digno de transitar: el de la educación.
