Arroyo, el peligro de la sobreactuación y el valor de lo institucional

Por Adrián FreijoEs inocultable una sensación de asalto final que por estas horas padece la figura del intendente. El riesgo de confundir la crítica con una estrategia claramente golpista.

Comencemos por el principio: LIBRE EXPRESIÓN ha tenido una posición crítica y constante con la administración de Carlos Arroyo. Ni la acción de gobierno ni la impronta personal que el intendente aplica a sus dichos y hechos tienen mucho que ver, con razón o sin ella, con las convicciones que históricamente han marcado la línea editorial de nuestro sello.

Cuando a fines de 2016, desde el riñón mismo de la gobernadora de la provincia y tras aquella recordada reunión en Chapadmalal, recibimos la información de que rondaba la cabeza de la mandataria forzar una salida del jefe comunal antes de que se cumplieran los dos años de mandato, para obligar a una elección anticipada que permitiese sacar de la cancha no solo a Arroyo sino a varios «socios» molestos para el estilo de María Eugenia Vidal, sabíamos que publicarlo generaría dos efectos inmediatos.

El primero, y vaya que se logró, era el impacto periodístico: aquella nota dio vuelta al país, fue leída por muchos miles de personas y replicada durante días por decenas de medios nacionales. Instaló, por añadidura, una realidad de enfrentamiento que sigue vigente aún hoy, cuando más de un año ha pasado de aquellas jornadas.

Pero también sabíamos que la mera publicación, como siempre ocurre, sería suficiente para abortar la maniobra en ciernes. Tanto es así que la propia Vidal debió retornar a la ciudad a las pocas horas para desmentir la versión e insistir que su relación con el intendente estaba intacta; poco pasó para que se tomara nota que ello no era así.

Carlos Arroyo no mostró interés alguno en cambiar las cosas. Siguieron las declaraciones estrafalarias, se multiplicó la imprudencia de sus principales colaboradores, se ahondó la grieta con La Plata, se generaron peleas sin sentido y sobre todo se complicó cada día más una administración que nunca llegó a hacer pie y que siempre dejó la sensación de falta de planificación y hasta de sentido común.

Un fin de año «a todo error» y la convicción de que la gobernadora ya no quiere saber nada con Zorro Uno, ha disparado la locura mediática y política en la búsqueda de un final que no por anunciado debe ser inevitable.

La realidad de General Pueyrredón hace aconsejable hoy que Arroyo termine su mandato y recupere al menos parte de la imagen que lo puso en la consideración del electorado. Porque ya no habría elección anticipada, se largaría una inagotable lucha por la sucesión y se instalaría una forma de resolución de conflictos que nos depositaría en el último escalón de la calidad institucional.

Además es inocultable que la alianza de Vidal con sectores empresarios y periodísticos históricamente enfrentados con el intendente, se convierte para ella en parte de la estrategia de campaña (ya lo está) pero para Mar del Plata en la garantía de que nada cambiará y seguirá siendo manejada por quienes lentamente la depositaron en el ocaso en aras de sus negocios personales.

Pero claro, nada será suficiente si el propio interesado no se convence de la necesidad de cambiar; de intentar retomar la comunicación con la gente, desde una posición tan inteligente como humilde.

Comprender que no importa cuan leales sean algunos de sus más cercanos colaboradores y que en política la única lealtad válida es la eficiencia. Cuando se trata de administrar bienes ajenos, tomar decisiones estratégicas y hasta consolidar ese poder que la gente pone en nuestras manos, de nada sirve esa lealtad cerrada del que siempre está a nuestro lado, si a su postura no le agrega la capacidad de obrar con capacidad, actuar con eficiencia y lograr los objetivos propuestos.

Barajar y dar de nuevo, diría el paisano; desensillar hasta que aclare, diría Perón….cambiar a tiempo, dice la experiencia.

Y los marplatenses y batanenses, con inteligencia, recordar aquel otro refrán popular que hablaba de «salir de Guatemala para caer en Guatepeor».

A buen entendedor….