La designación de Wado de Pedro como Secretario General de la Presidencia profundiza el proceso de fortalecimiento del sector que lidera Máximo Kirchner. Era cantado: se va Capitanich.
La Presidente movió las fichas dentro de su gabinete y lo hizo con desplazamientos cantados y designaciones de claro mensaje político.
La salida de Jorge Capitanich de la Jefatura de Gabinete era cantada. El chaqueño no sólo había concitado el rechazo de la opinión pública sino que para adentro del gobierno se consideraba que eran más los problemas que generaba que las soluciones que aportaba.
El final casi indecoroso de su paso por la administración pareciera marcar un punto sin retorno para este dirigente que llegó con aspiraciones de delfín presidencial y se va casi como una caricatura del gobierno que supo sostenerlo y trató de proyectarlo.
Aníbal Fernández, que ocupará su lugar, ya venía mostrándose como el verdadero vocero de la propia Cristina y supone también un intento de compensar ante el PJ lo que con la designación de De Pedro supone un fortalecimiento de La Cámpora en los círculos de decisión.
Lo que no puede ocultar la jefa de estado, y tal vez no quiera hacerlo, es la situación de estrechamiento del espectro gubernamental convertido ahora en una facción a la defensiva que, en las puertas de la Asamblea Legislativa y en pleno año electoral, podría estar anticipando la intención de cerrarse sobre si mismo y encarar una «guerra institucional» con final abierto.
