A un año del inicio del Mundial y en medio del escándalo por las denuncias de corrupción de la FIFA, los brasileros se siguen preguntando que es lo que dejó de bueno la organización al país.
Este viernes se cumplió un año exacto del inicio del Mundial y todavía no está muy claro cuál ha sido el legado para el país. A pesar de las mejoras en algunos aeropuertos e infraestructuras, la mayoría de promesas (como por ejemplo la urgente ampliación del metro de Rio de Janeiro) nunca llegaron a pesar de que fue la Copa más cara del mundo, con unos 8.000 millones de euros gastados entre infraestructuras y estadios.
En cuanto a los recintos deportivos, la gran mayoría (8 de 12) registraron pérdidas económicas en 2014, informa Folha de Sao Paulo, después de que se gastaran unos 2.400 millones de euros en total en los campos de juego. Dos de los estadios, el Mané Garrincha de Brasilia (que costó unos 450 millones de euros) y el Arena Amazonia de Manaus (220 millones) ni siquiera tienen equipo entre las tres primeras categorías de Brasil -series A, B y C- que disputen sus partidos allí. Los equipos de Río juegan a veces en Brasilia para darle uso al estadio, que alberga también oficinas de servicios públicos como la secretaría de asistencia social del gobierno estatal.
No obstante, no son estos dos estadios los que más dinero pierden, sino el Maracaná, que curiosamente es el que más uso tiene. Pese a albergar partidos del Botafogo, el Vasco, el Fluminense y el Flamengo (con un 35% de afluencia media en sus casi 80.000 asientos), el mítico estadio de Rio dio pérdidas en 2014 de unos 25 millones de euros, pues es el más costes de mantenimiento conlleva. Arena Pernambuco, en Recife, y Fonte Nova, en Salvador, perdieron 8 y 5 millones de euros respectivamente.
Los estadios Beira-Rio (en Porto Alegre), Itaquerao (en Sao Paulo), Mineirao (Belo Horizonte) y Arena das Dunas (Natal) sí registraron ganancias. En el caso de Sao Paulo, no obstante, entre los cuatro millones de euros de saldo positivo no se encuentran los gastos del pago del propio estadio, que el club realizará a partir del próximo mes de julio y que supondrán aproximadamente un millón y medio de euros por mes, valor que sólo permitirá al conjunto paulistano terminar de pagar dentro de doce años.