«Crimen en el Expreso Oriente II»: desaparece pasajero llamado Zorro

Redacción – Vidal, Dietrich, Bagnato, Baragiola, Castello y…cri,cri,cri. ¿Dónde está el dueño de casa? se preguntaban todos; pero no apareció. El intendente local brilló por su ausencia en la llegada del tren.

Se sabía que lo iban a corre, pero nadie sospechaba que «lo iban a tirar abajo del tren», como dice la muchachada de la esquina cuando quiere ejemplificar la caída en desgracia de alguien.

Carlos Arroyo fue el gran ausente en la ceremonia en la que medio gobierno nacional y provincial, más un puñado de chuscos candidatos que quieren integrarse, le dieron la bienvenida a la lenta formación que cada día trajinará ocho horas para unir un trayecto que en la década del 50 insumía cinco horas y en la del 70 «cuatro horas y un ratito».

Como en la legendaria novela de Agatha Christie cuyo nombre hace las veces de título a este análisis, un imaginario Hércules Poirot buscaba esta tarde los motivos de la ausencia de Zorro Uno. Casi como si su cadáver (político) hubiese aparecido escondido en su camarote como en el libro ocurre con el del millonario Ratchett.

Durante su investigación, Poirot descubre que todos los pasajeros del vagón tenían relación con la familia de una niña asesinada años atrás por el que ahora está convertido en cadáver, y por tanto, un motivo para matar a Ratchett.

¿Es qué Vidal no tiene motivos para no querer ver cerca a Arroyo?, ¿o no los tiene Baragiola, a la que los pelos se le ponen de punta de solo sospechar que el cuestionado intendente quiera arrimarse a asomar su cara en la campaña?, ¿o el propio Bagnato, al que nada cómodo puede resultarle hablar de la nueva política con el negro capote alemanizado de nuestro singular lord mayor rondándolo?.

Todos lo quieren lejos y hoy resolvieron explicitar el rechazo dejándolo afuera del transitado andén. Casi como un adelanto de que tiene el pasaje cortado para iniciar el largo camino del olvido.

O terminar como el Viejo Matías… solo en el andén.