Evita se enfrentó a la sociedad porteña buscando para los pobres un reconocimiento que nunca logró. Cristina convirtió a Milagros Sala en un espejo de aquella aristocracia a la que Eva combatía.
Adelia María Harilaos de Olmos fue una filántropa y benefactora de la Iglesia católica y los pobres, gracias a su devoción y la cuantiosa fortuna en tierras heredada de su esposo, el gran comerciante y terrateniente Ambrosio Olmos.
No era una mala mujer, pero si un emergente de una épca en la que la aristocracia reclamaba para sí el derecho a saber que era lo que «los pobres» necesitaban y cual era el límite de lo que podían o no tener.
Su relación con Eva fue tormentosa y ambas lograron convertirla en humillante. La Abanderada de los Humildes fue la primer esposa de un presidente que no fue aceptada como Presidenta Honoraria de la Sociedad de Beneficencia, órgano encargado por la Iglesia Católica de administrar toda la ayuda a los necesitados, pero también puerta de ingreso a la cerrada alta sociedad de Buenos Aires.
La venganza de la esposa de Perón no tardó en llegar: creó la Fundación Eva Perón y concentró por ley toda la ayuda a los más pobres y terminó vaciando la acción de las damas de sociedad, sin posibilidad alguna de competir con el estado y toda su estructura.
El resultado fue una lucha tan intensa como estéril que terminó eclosionando en lo político y dejó de lado los verdaderos objetivos.
Cristina, autodefinida como una gran dama de una sociedad unipersonal, parece haber logrado un efecto diferente: convirtió a Milagros Sala, a Luis D’Elía, a Hebe de Bonafini, a Rudy Ullóa, a Lázaro Báez y a miles como ellos en integrantes de la nueva oligarquía argentina. Algo que Eva nunca logró, ni vió, ni intentó.
Aún con muchas torpezas y arbitrariedades, Eva Perón quería que sus «grasitas» se convirtieran en parte de la sociedad nacional...no en una nueva oligarquía.
No los quería con privilegios, sino con iguales oportunidades. No pretendía que se apropiaran de lo ajeno, sino que no fueran privados de lo propio. No quería más limosna…quería herramientas para el crecimiento propio.
No ofrecía privilegios; exigía derechos.
Cristina ha ido más allá: convirtió a los pobres -o al menos a los que ella elige y le sirven- en una nueva clase poderosa que manda, humilla, entrega a su antojo la limosna de los planes sociales y resuelve quien tiene derecho a comer y quien no.
Cristina hace de Milagros Sala una nueva Adelia María Harilaos de Olmos . Y cuanto más lo logra más se aleja de Evita y más consagra una oligarquía del resentimiento que hace empalidecer aquella que reinó en el país hasta mediados del siglo pasado.
Pero logra demostrar que ella es más que la mujer de Perón. Al menos en su mundo enfermo…