Cristina eterna: barras bravas, mentiras y la reinvención de la historia

Redacción – Un escenario sobrecogedor; un Cilindro repleto y en el medio Cristina intentando recuperar lo que parece una meta perdida. Pero como el escorpión, La Jefa mostró su esencia.

Algunas horas antes de comenzar el acto la se tuvo un adelanto de lo que allí estaba ocurriendo: la ApreVide denunció que La Guardia Imperial, la funambulesca barra brava de Rácing a la que Néstor Kirchner supo apelar para algunas «tareas especiales» contra dirigentes opositores y de la que salió el embrión para la tristemente célebre Hinchadas Unidas Argentinas que financiada por el estado viajó por el mundo siguiendo a la selección en tiempos de Don Julio, estaba haciendo la custodia y seguridad en el estadio. Kirchnerismo en estado puro.

Cristina volvió a subir al escenario con el humilde look de chica de barrio que ha elegido para tratar de que se olvide aquella imagen ostentosa, enjoyada, groseramente emparentada con su condición de «nueva rica» desesperada por mostrar su lujo. Semejante cambio solo puede entenderse en alguien que patológicamente está convencida de poder manipular a la gente, su memoria y su voluntad. Kirchnerismo en estado puro.

El inicio de su mensaje estuvo cargado de referencia al Día de la Lealtad, que el peronismo recordará mañana, 17 de octubre. «¿Si Perón y Evita vivieran, a quién votarían? Evita votaría a Cristina y Perón a Taiana, y los dos juntos a Unidad Ciudadana», sostuvo.  Una forma más de reescribir la historia, descontando que ninguno de quienes escucharan estas palabras iba a acordarse que Taiana era destacado dirigente del sector al que Perón expulsó de la plaza el 1° de mayo de 1974.

Y que Evita jamás votaría a alguien que su marido no apoyase. Porque la Abanderada de los Humildes no era «montonera» como Cristina y Taiana pretenden desde su misma juventud sino que era peronista a secas. Y peronista de Perón, por si algún chusco se atreve a dudarlo.

Pero claro, reescribir la historia caprichosamente también es kirchnerismo en estado puro.

Atacó al gobierno por el nivel de pobreza, que ella dejó en un 45%, por la inflación, que al final de su gestión superaba el 40%, por el uso de lo que definió como «aparato del estado» en la campaña -justo ella que atiborró al país con cadenas nacionales, mensajes en Fútbol Para Todos y una militancia obscena desde la pantalla del canal oficial, y por el mal uso de los fondos de los jubilados, olvidando que fue su administración la que echó mano al 70% de los fondos del ANSES al que pagó un 9% de interés mientras colocaba ese dinero al 39%. Y si, ya sabemos…kirchnerismo en estado puro.

La emprendió contra…¡¡¡la corrupción !!!, habló del alto poder adquisitivo del salario durante su gestión, recordó el valor de las jubilaciones -que seguían la misma mecánica de actualización que ahora – y reclamó por Santiago Maldonado, sin decir una sola palabra de Jorge López, desaparecido durante su mandato y presumiblemente también en manos de fuerzas de seguridad. Kirchnerismo de pura cepa, y en estado puro.

Lo que nadie podrá negar es que la candidata avisó, con claridad meridiana, lo que se dispone a hacer si logra su objetivo de retornar al poder. Mentir, inventar cosas que nunca ocurrieron, manipular, ocultar todo lo que convenga ocultar y seguir usando a la gente como si fuesen piezas de un tablero de ajedrez.

O para simplificar el concepto…kirchnerismo en estado puro.