El argentino se perfila decisivo en la lucha entre los candidatos a la presidencia del Barça, en un momento en que el club ha roto relaciones con l la FIFA.
Messi está en el epicentro de la crisis institucional y deportiva que sacude al Barcelona, aventada por un cúmulo de conflictos de toda naturaleza. Y Messi se perfila como un factor determinante en las elecciones que el presidente del club, Josep Maria Bartomeu, ha fijado para el final de la temporada. Los candidatos a presidir el club a partir del próximo verano se enfrentan a unas elecciones atípicas. No podrán avalar sus proyectos con fichajes rutilantes como suele ser habitual debido a la sanción impuesta por la FIFA (un castigo por incumplir el reglamento con menores de edad traídos a la Masia). No se le permite al club contratar jugadores hasta enero de 2016. “Es evidente que la sanción condiciona y mucho la política deportiva en el primer año. Pero en estas elecciones hay muchas cosas en juego, mas allá de las deportivas”, afirma Agustí Benedito, el segundo candidato más votado en las elecciones de 2010 tras Sandro Rosell y que desde hace ya tiempo se postula de nuevo para los próximos comicios.
La resolución del conflicto entre Messi y Luis Enrique será vital para la directiva. Bartomeu subrayó en la rueda de prensa en la que anunció elecciones: “Messi es el líder del equipo. El mundo del fútbol sabe que no está en venta. Está contento y feliz, tiene contrato hasta 2018 y quiere seguir ganando”. El ansia de títulos es uno de los factores que el entorno del jugador esgrime como causa principal de los desencuentros que ha mantenido con Luis Enrique. Messi no está conforme con la gestión y los resultados del equipo desde que el entrenador asturiano relevó a Martino.