CUANDO CAE LA CARETA DE LA IMPERICIA

Marchas, contramarchas, desmentidas, aclaraciones que oscurecen. La puesta en escena del lanzamiento de la temporada desnuda en toda su magnitud la falta de capacidad de una dirigencia impresentable.

No debe ser fácil para el intendente Guillermo Montenegro flotar en aguas tan revueltas como las de la política provincial cuando su papel es por mucho el más comprometido de todos: él es el que día a día debe dar la cara ante los marplatenses, escuchar los reclamos cada día más alzados de quienes han visto sus actividades arrasadas por la pandemia e intentar respuestas que nunca se sabe si van a ser definitivas o terminarán cayendo en la trituradora de una administración partida por internas, tan voluntarista como ineficaz y carente de todo dato que la ponga en contacto con la realidad como es la que encabeza Axel Kicillof.

Tras una semana de insistentes adelantos acerca del desembarco del gobernador en estas costas, con el objetivo de lanzar la temporada de verano, todo lo que siguió a la presentación roza el calificativo de papelón.

Anuncios fallidos, cuestiones sin aclarar, afirmaciones desmentidas inmediatamente por el Ministerio de Turismo de la Nación, y prohibición de actividades que pocas horas después eran habilitadas por las autoridades del país supusieron un cóctel de incoherencias que terminó arrastrando al propio jefe comunal. En las horas posteriores al desembarco de «The Kicillof ‘s Band» el intendente incurrió en tantas contradicciones como las que había recibido de sus visitantes. Y es que parecían tan seguros de cada cosa que afirmaban que era imposible sospechar que nadie sabía de lo que estaba hablando…

Cada cual atendía su juego. Algunos llegaron a estas costas solo a hacer política, otros a competir por espacios de poder y también a iniciar campañas proselitistas de cara al año próximo. Los anuncios eran solo un pretexto y ya se sabe que a los pretextos nunca se los tiene demasiado en cuenta; aunque en este caso lo que estaba en juego era el futuro de miles de marplatenses que esperan la temporada para jugar sus inversiones y avanzar en el difícil arte de subsistir en la Argentina de la pandemia que se llevó puestos los cálculos del gobierno de científicos.

Un himno a la impericia y un ejemplo más de la falta de respeto que los gobernantes, de cualquier color político, suelen tener por sus gobernados en este país.

Hoy nadie sabe lo que estará prohibido y lo que será permitido y una vez más todo queda a expensas de nuevos anuncios que seguramente representarán nuevas puestas en escena.

Como si este papelón nunca hubiese ocurrido y las cosas marcharan sobre ruedas.