CUANDO EL NARANJA DEBERÍA PONERNOS COLORADOS

No deja de preocupar la gran cantidad de ciudadanos que no ven, o no les importa ver, el obsceno uso de los fondos públicos para campañas políticas personales.

Por estas horas Mar del Plata se ha vestido de naranja. Con una impunidad que preocupa, teniendo en cuenta que aparece como uno de los candidatos con mayos intención de voto para las elecciones de este año, Daniel Scioli se ha adueñado de espacios públicos y con dinero del mismo origen lleva adelante con absoluta falta de pudor una campaña electoral que no reconoce antecedentes en lo que se refiere a la mezcla entre lo público y lo privado.

Si bien hace décadas que la dirigencia argentina se cree con derecho a meter mano en las arcas del estado, ya sea para este tipo de obscenidades o lisa y llanamente para guardarlo en su bolsillo, la perdida de todo intento de ocultamiento significa que ya ha tomado nota de que en Argentina estos desmanes no se pagan.

O lo que es peor…que a los argentinos no nos importa nada que esto sea así.

Triste futuro le espera a un país si se encarama en la primera magistratura  un hombre capaz de absorber todo tipo de humillación, cambiar cuantas veces haga falta su posición, aceptar que desde el actual poder le designen «comisarios políticos» que lo controlen y además toma como normal utilizar los fondos que deberían dedicarse a una educación devastada , una salud carenciada y una seguridad que no entiende de márketing, en beneficio personal de su obsesiva marcha hacia Balcarce 50.

Tan obsesiva que lo convierte en un triste ejemplo de lo que no debe ser un hombre de la democracia.