(Redacción) – El titular de la Corte Suprema dejó mensajes claros y puso en evidencia la falta de conocimiento y solidez en muchas de las afirmaciones de la Presidente.
En un tono moderado, que no escondió sin embargo la firmeza de lo afirmado, el titular de la Corte Suprema de la Nación Ricardo Lorenzetti dejó inaugurado el año judicial con un discurso que contuvo puntos de clara respuesta a las imputaciones le hiciese la Presidente Cristina Kirchner en la Asamblea Legislativa.
Y es seguramente ese tono el que marca un claro triunfo, si es que de imagen se trata, de la moderación por sobre la histeria, de la reflexión frente a la irracionalidad y del conocimiento ante la improvisación.
El domingo, ante la Asamblea Legislativa, cuando ya había cuestionado al fiscal Alberto Nisman y a la oposición por la denuncia de encubrimiento a Irán en la causa AMIA, la presidenta Cristina Kirchner arremetió contra la Corte Suprema de Justicia porque «nunca se expidió sobre el caso de la Embajada de Israel».
Este mediodía, durante la apertura del año judicial, el presidente del máximo tribunal, Ricardo Lorenzetti , se refirió a esa causa. «Hubo una sentencia en 1999, muy anterior a la conformación de la corte actual. Esa sentencia determinó la materialidad y la imputabilidad del hecho», sostuvo.
«[La sentencia] encontró culpable a un grupo: Hezbollah. Esa sentencia está publicada. No podemos modificar lo que ya ha sido aceptado y es cosa juzgada», aseguró.
El error por desconocimiento que deja en evidencia y que pone en cabeza de la propia Cristina, lleva a reflexionar con preocupación sobre el grado de desconexión con la realidad que demuestra paso a paso la mandataria y en la fragilidad del asesoramiento que le brindan quienes se supone deben ser sus colaboradores.
Algo similar había ocurrido con el famoso tweet del analista económico del Financial Times Joseph Cotterill, en el que resaltaba los logros del gobierno al conseguir que los bonos de la deuda argentina creciesen en su cotización hacia el futuro, omitió sin embargo lo que para la comunidad financiera es una visión común: los bonos crecen porque Cristina se va del poder a fin de año. Algo que el propio Cotterill se apresuró en aclarar en menos de cinco minutos.
Este tipo de situaciones, por lo reiteradas, muestran a una mandataria desinformada, arrastrada por los malos datos que le acercan a repetir este tipo de papelones pero, y esto es lo ciertamente preocupante, tomando decisiones en base a supuestos equivocados.
Lorenzetti aludió también veladamente a las versiones que han circulado en las últimas semanas y que hacen alusión a alguna idea que ronda la cabeza de ciertos dirigentes cercanos a Cristina y que plantean un autogolpe institucional que justifique la continuidad del poder.
Si bien todos consideran que cualquier intento en ese sentido tiene destino de fracaso, el titular de la Corte creyó oportuno recordar que «no toleraremos ninguna acción extrema que ponga en riesgo el Estado de Derecho.
También en ese orden recordó la división de poderes y dejó en claro que la justicia no va a ceder ante las presiones y amenazas del Ejecutivo.
«El Poder Judicial debe poner límites y eso no sustituye la acción de gobierno», expresó, y destacó que «los jueces nunca van a ser populares».
«Los jueces no gobiernan», dijo Lorenzetti, firme, e insistió con la idea de que «la obligación judicial es dictar sentencia y poner límites».
Tal vez uno de los momentos que pasó más desapercibido para los analistas fue aquel en el que Lorenzetti dejó resbalar una afirmación que bien puede tomarse como una velada admonición para muchos integrantes de este gobierno que, siendo responsables directos de brutales atentados criminales en el pasado, creen hoy estar fuera del alcance de la justicia por suponer que los actos de la subversión de los años 70 no son considerados como delitos de lesa humanidad por la Corte.
Para que lo tengan en cuenta el titular del cuerpo recordó que el mismo “todavía no se ha expresado acerca de los alcances de los delitos de lesa humanidad”
A buen entendedor… pocas palabras.
Encuadró también el funcionamiento del Poder Judicial en el sistema democrático moderno a sostener que «es tiempo de terminar con la impunidad. De nada sirve que digamos esto es un problema de uno o de otro». Y sumó: «No está mal que hablen los poderes. Debe ser uno de los pocos países del mundo donde se censura el dialogo entre poderes».
Luego habló de la independencia y afirmó que «los jueces no deben ceder a las presiones».
Un discurso sólido, claro y plagado de mensajes que fue saludado con una larga ovación por los jueces y fiscales presentes que de esa forma demostraron compartir los conceptos en un poder del estado que, quedó en evidencia, se nuclea en forma casi monolítica en torno a su titular.