La policía provincial amenaza no cubrir más los partidos de fútbol

La decisión de Scioli de suspender la cancha de Laferrere fue un último intento para evitar que los policías resuelvan no cubrir más los partidos ante la creciente violencia.

La situación policial en la provincia, más allá de los anuncios no siempre ajustados a la realidad que suele dar Daniel Scioli, tiende a complicarse cada vez más.

La policía no sólo debe cuidarse sino que se ve obligada a asistir a la gente

La policía no sólo debe cuidarse sino que se ve obligada a asistir a la gente

A los reclamos salariales y las denuncias del personal acerca de las condiciones de servicio, se le suma el estado de indefensión de la fuerza frente a la violencia de la delincuencia, la falta de armamento y las fuertes limitaciones legales que tienen en su accionar, lo que las pone en muchas ocasiones en serio riesgo para su integridad física.

El fútbol es desde hace mucho un ejemplo de ello. Las barras bravas se mueven con absoluta libertad y aprovechando el estado de cosas antes descripto, se han adueñado de estadios, clubes y zonas aledañas al lugar en el que se desarrolla un espectáculo deportivo.

Lo ocurrido ayer en las inmediaciones de la cancha de Laferrere es una muestra acabada de lo que acá decimos.

Una vez más el gobierno de la provincia se disponía a «hacer algo para no hacer nada», para lo que cuenta siempre con la complicidad de la AFA y los clubes que la integran, hasta que los «azules» se pusieron firmes y amenazaron con no cubrir más este tipo de actividades que ya consideran de alto riesgo.

Rápidamente el gobernador varió su postura y anunció una dura sanción para el club involucrado, sabiendo que la medida dificilmente pase por el filtro de la justicia: la violencia se desarrolló fuera de la cancha y por lo tanto la institución no es legalmente responsable de ella.

Sin embargo fue un toque de atención. De aquí en más deberá asgurarse el accionar policial, seguramente retribuír en mejores condiciones el mismo o correr el riesgo de que se repita lo que ocurrió hace pocos meses en Montevideo cuando la policía uruguaya se negó a cubrir la seguridad en las canchas y hubo que suspender el fútbol en su totalidad.

Algo que a Daniel Scioli, en un año electoral, le generaría un fuerte dolor de cabeza.

Máxime cuando suele llenarse la boca diciendo que en su distrito todo está bajo control.