De alianzas políticas y confusiones que incomodan

Por Adrián FreijoEn las últimas horas la política marplatense se volvió rica en ejemplos de esos que a veces el análisis no logra encuadrar cabalmente. Vayan aquí algunos ejemplos.

 

Ya hablamos en otra parte de la presente edición del importante paso adelante que representa para la calidad institucional lugareña el acuerdo alcanzado entre el gobierno que encabeza Guillermo Montenegro y el bloque de concejales de Acción Marplatense que le dará a General Pueyrredón el tan ansiado presupuesto y la no menos esperada hoja de ruta que retoma el último trabajo serio en materia de desarrollo que se hizo hasta el final de la gestión de Gustavo Pulti (Ver: Acuerdo histórico para retomar el último plan integral que tuvo MDP)

Y también reflexionamos acerca del valor de los intereses comunes y la injerencia de los propios cuando de negociar políticas de estado se trata. Ese es el camino que debe transitarse y ceder algo para dar un paso adelante demuestra sabiduría, madurez y comprensión acerca de aquello que es lo mejor para el conjunto de la sociedad.

Todo ello viene a cuenta a partir de una equivocada interpretación que en algunos medios de análisis político se hace de la actitud que una integrante de la bancada oficialista ha tenido por estas horas de cara a la tensa elección interna del justicialismo local y su apoyo a una de las listas en pugna.

La concejal Mercedes Morro ha salido públicamente a expresar su adhesión a la propuesta que encabeza el actual presidente del PJ Juan Manuel Rapacioli y no fueron pocos los que se apresuraron a hablar de un acuerdo entre este sector peronista y el intendente Guillermo Montenegro.

Nada más lejos de la realidad: Morro es integrante de la bancada que apoya al jefe comunal pero no es parte de su espacio -de hecho jamás se la ha visto en actividades del PRO, ni de Juntos, en cualquier circunstancia que no sea en el ámbito del propio Concejo- siendo por lo tanto un aliado político que mantiene la individualidad partidaria. Su adhesión al peronismo y su pertenencia a dicho sector nunca estuvo en controversia ni su caso es el de tanto saltimbanqui que para buscar calor y abrigo cambia de color con la facilidad de los camaleones.

Y esa alianza política deja en libertad de acción a unos y otros para seguir expresando sus afinidades partidarias y convergiendo en el momento de acompañar acciones de gobierno en las que las coincidencias y las necesidades de los vecinos requieren de acuerdos y no de peleas estériles.

Lo aclara suficientemente la dirigente cuando sostiene que “si, es un acuerdo local, el kirchnerismo marplatense no me representa. Fuí, soy y será peronista de Perón y Eva. La culpa es del fanatismo irresponsable de los k”.

Montenegro seguirá luego militando en el PRO y Morro continuará adelante con su pertenencia peronista, así como los ediles radicales se abocarán a la vida interna de su centenario partido o las representantes de la Coalición Cívica lo harán bajo la conducción de Elisa Carrió.

Así de sencillo y así de lógico en la vida interna de una alianza diversa en sus orígenes pero con un objetivo de gobernabilidad que muchas veces se ve jaqueada por sectores que entienden la política como el arte de las malas artes y buscan hacer carne aquello de «cuanto peor mejor».

Y es bueno que, desde sus propias identidades partidarias, haya quienes buscan sumar y avanzar en estos difíciles momentos que a la sociedad le toca vivir.