DEJAD QUE LOS TONTOS VENGAN A MI…

Hace pocas horas fue cerrada la Catedral de la ciudad por graves deficiencias internas que hacían peligrosa la presencia de personas en su interior.

¿YA NOS OLVIDAMOS DEL INMENSO CARTEL QUE EN LA PUERTA DE LA CATEDRAL DECÍA «PUESTA EN VALOR DE LA CATEDRAL DE LOS SANTOS PEDRO Y CECILIA – PRESIDENCIA CRISTINA FERNANDEZ DE KIRCHNER»?.

Fue retirado hace aproximadamente un año.

¿DONDE FUE A PARAR EL PRESUPUESTO DE UNA OBRA QUE EVIDENTEMENTE NO SE HIZO?.

Y no se lo preguntamos al gobierno, porque sabemos que los ladrones callan o mienten…SE LO PREGUNTAMOS AL OBISPO, A LOS CURAS Y A TODOS LOS QUE SE LLENAN LA BOCA HABLANDO DE DIOS Y PRETENDEN ENSEÑAR A LOS DEMÁS COMO HAY QUE VIVIR.

Porque se es cómplice cuando calla frente a un caso de pedofilia,  un genocidio…o un robo, aunque en este caso tengan la tranquilidad de saber que Jesús no puede entrar al templo para sacar a azotes a los mercaderes…porque se le cae encima.

Estas complicidades de hoy, que se acercan a las complicidades de ayer, tampoco tenemos que olvidarlas.

Y a esta Iglesia, a la que el papa se esfuerza por cambiar, hay que recordarle que no está clara su relación con la Dictadura, como tampoco estuvo clara su relación con la guerrilla,  con la corrupción, o con la pedofilia.

¿Qué cosa está clara, por Dios cuándo de la Iglesia se trata?.

Pretender que hay que tomar una medida semejante y omitir que ese templo fue utilizado como propaganda política sin siquiera saber que pasó con los fondos que debieron utilizarse en su arreglo es lisa y llanamente COMPLICIDAD.

Como lo es callar cuando el gobierno se adjudica la puesta en valor del Instituto Saturnino Unzué que duerme el sueño del olvido parcialmente  clausurado, mientras sólo se gastaron dineros públicos para maquillar el sector de la construcción que sirve para organizar recitales de verano en los que se multiplica hasta la exasperación la publicidad oficial.

Es claro que el gobierno nos toma por tontos, pero no es menos claro que la Iglesia Argentina también.

Y que no es ocioso que a su frente se encuentre un hombre como José María Arancedo que durante años miró para el costado mientras la ciudad se caía a pedazos, avanzaba la marginalidad y reinaba la pobreza y la corrupción.

Tal vez sólo quería “flotar” para llegar donde llegó.

Y lo consiguió, como el gobierno consigue que la gente se olvide de un cártel que en las mismas puertas de la casa de Dios promocionaba una mentira infame.

Y como todo lo consiguen los que han llegado a comprender que, en definitiva, se trata de lidiar con un pueblo de cómplices y distraídos.

¿Cómo Dios manda?…