El ex piquetero se quedó sólo. El gobierno decidió soltarle la mano y presentarlo ahora como un «chanta vendehumo». Ahora deberá lidiar con la justicia y una sociedad que lo desprecia.
Son los juegos del poder y aunque viejos parecería que muchos no saben comprender aquellos de «sic transit gloria mundi» (es pasajera la gloria del mundo).
Ayer Miguel Angel Picchetto destruyó en el Senado de la Nación la figura de quien supo contar con todo el apoyo y la impunidad que da el poder. Impiadosamente trató a Luis D’Elía de «chanta», «impresentable» y «vende humo», esforzándose por presentarlo como un vivo que utilizaba en beneficio propio su cercanía con el poder.
Puede ser cierto; tal vez lo que escuchamos los argentinos en las grabaciones presentadas por Alberto Nisman no sea otra cosa que la imagen patética de un caradura tratando de hacer negocios. Al menos eso es lo que necesita hacer creer el oficialismo para desvincular a Cristina de una denuncia que la coloca en las puertas de un procesamiento por encubrimiento y algo más.
Pero lo cierto es que D’Elía no se «colaba» en la primera fila de los actos en la Casa Rosada. Era un invitado especial y constante al que el poder mimó y dotó de todo tipo de prebendas y privilegios.
Cientos de miles de pesos mensuales en sueldos para él y sus familiares, un manejo irrestricto de miles de planes sociales, subsidios y fondos públicos a discreción, protección judicial para ponerlo a salvo de sus violentas actitudes e impunidad para manejar la calle como fuere menester fueron algunos de los muchos privilegios de los que gozó durante estos años.
Ahora, sólo de soledad absoluta, sabe sin embargo que el gobierno deberá cuidarlo mucho para que no caiga en manos de tantos enemigos que se ha sabido ganar y víctimas que dejó en el camino.
Porque en sus andanzas acumuló mucha información comprometedora para sus hasta ayer mandantes y porque es sabido que la prudencia y los valores morales no son su fuerte.
Mal momento para Luis D’Elía…aunque muchos menos de los que él le hizo pasar a una democracia en la que nunca creyó y a la que tampoco respetó.
Se suma ahora a otros «mimados» de cristina que de la noche a la mañana se convirtieron en problemas insolubles para su gobierno. Los nombres de Amado Boudou, Hebe de Bonafini, Sergio Schocklender o Hugo Moyano, o el más recientemente conocido de carlos García, el violador designado en la Secretaría de Derechos Humanos,por citar sólo algunos, se vuelven de inevitable repetición.
En su muerte política no van a ser muchas las manos que quieran transportar sus restos.