Argentina se despidió del Mundial de España mucho antes de lo que todos esperábamos, pero el resultado final no es más que la consecuencia lógica de proceso natural de recambio que se está llevando a cabo desde hace varios años.
No se puede aspirar a lograr en la actualidad la solidez de un camada que será irrepetible. Aunque algunos referentes sigan jugando en la selección, año tras año fue decantando una transición en la que se incorporaron jugadores nuevos que se acoplaron a una filosofía de juego.
La historia comenzó con el subcampeonato en el Mundial de Indianápolis 2002 y logró su punto máximo dos años después con la obtención del oro olímpico en Atenas 2004 cuando se instaló el mote de «Generación Dorada». A partir de ese hito del deporte argentino, se mantuvo una identidad que se tradujo en prestigio internacional que generó el respeto del mundo del básquet.
Un grupo de jugadores que fueron integrando el seleccionado durante más de 12 años en diferentes torneos fueron construyendo a la potencia en la que se convirtió Argentina durante una década. El equipo que jugó el Mundial de España 2014 no representaba la despedida de la Generación Dorada. Durante todo el proceso se fue dando una renovación progresiva que está en marcha hace unos años con jugadores que se retiraron y otros que se fueron sumando.
En el Mundial de Japón 2006 Argentina estaba para pelear por título y se quedó en semifinales en la última bola, en los Juegos Olímpicos de 2008 obtuvo una histórica medalla de bronce, en el Mundial de Turquía 2010 el valorable quinto puesto estuvo ajustado a la realidad de la competencia internacional, el Preolímpico de Mar del Plata en 2011 fue el último torneo en el que la mayoría de los consagrados jugaron juntos, y en los Juegos Olímpicos de Londres 2012 se escapó el último lugar del podio por muy poco.
Ya el año pasado en el Premundial de Caracas tuvieron que abrirse los caminos para un segundo pelotón de jugadores y fue inexorable empezar a impulsar a los más jóvenes. Por eso, está claro que ya es tiempo de pensar en el futuro y planificar un trabajo esforzado con el material que hay.
La «Generación Dorada» no tiene un principio y un final, simplemente fue, es
y será una marca registrada de compromiso, entrega y profesionalismo que puso a Argentina en la más alta consideración del deporte internacional. Algo que, sin dudas, trasciende los tiempos.