(Escribe Adrián Freijo) – La Presidente en Tucumán reiterando ese «ir por más» que abre tantas puertas, Macri en la capital plantando el tiempo de las opciones y la Iglesia dudando que haya libertad.
Cristina en el acto central siguió con su mensaje del «ellos y nosotros», blanqueando que realmente cree que ella y su esposo declararon una nueva independencia y colocando a todos los rivales del gobierno en el mundo de quienes «quieren volver atrás».
«Va a haber muchos intentos en la región de volver a políticas neoliberales en donde el Estado desaparezca para permitir que otros hagan sus negocios», completó.
El arzobispo de Tucumán, Alfredo Zecca, quién ofició el tedeum por el Día de la Independencia, al que la jefa de Estado no asistió, sostuvo que, «hoy no se persigue abiertamente, pero se intimida, no se respeta el derecho de actuar conforme a la propia conciencia y, con ello mismo, se va creando un ambiente de temor en el que ya no es posible confesar abiertamente la fe y actuar en consecuencia. Esto en una sociedad que se dice democrática y pluralista. Me pregunto ¿de qué pluralismo y democracia se habla? ¿De la de un discurso único y excluyente que convierte automáticamente en enemigo al que con todo derecho discrepa?», inquirió.
Mauricio Macri presidió los actos en la CABA y tras el acto, Macri refirió a las elecciones presidenciales y advirtió que si triunfa su rival del Frente para la Victoria y gobernador bonaerense, Daniel Scioli, Argentina será la nación de la «no cloacas, no distribución de gas, no desagüe, no pavimento y no escuela pública de calidad».
Pudo ser una jornada de recordación de momentos fundacionales de nuestra patria. Pero terminó convirtiéndose en un día en el que cada uno de los actores que intervinieron optaron por plantar sus banderas, descalificar al otro y ahondar esa incapacidad de diálogo que el país pide a gritos.
Si miramos cada fotografía podemos creer que tal o cual de los que hoy hablaron tiene una parte de la razón. Pero si las unimos en una sola secuencia, comprenderemos que cada vez se agiganta más esa dolorosa grieta que hoy divide a los argentinos.
Hasta el punto de utilizar nuestra historia común, que debería ser única e integradora, para que nuestra dirigencia lleve agua para su molino.
Una pena, un error…una Argentina «al palo».