No va a ser un año fácil en la Argentina; los salarios se retrasan y los ingresos públicos no crecen de acuerdo a la inflación. Mar del Plata no es la excepción.
Los municipales están de paro y sus reclamos tienen que ver con la depreciación del salario que, aún entre los mejores de plaza, sufre el mismo deterioro que el de todos los argentinos.
Nadie se atreve a negar el problema y mucho menos el derecho de los trabajadores a reclamar no ser siempre el pato de la boda de una situación que ya sería infantil negar.
Sin embargo, desde el Ejecutivo de Gustavo Pulti volvieron a decirle que no a ese pedido de aumento.
Según Daniel Pérez, secretario de Hacienda, lo que exige el sindicato “es inviable”. “Tenemos que seguir dialogando porque la posibilidad de acuerdo existe siempre, pero también planteamos que lo que se otorgue en materia salarial tiene que estar compatibilizado con la viabilidad de poder atenderlo y hacerlo sustentable en el tiempo, particularmente en un año de elecciones, donde está la posibilidad que alguna otra fuerza política esté en el gobierno municipal.
No se va a dejar ninguna herencia no querida. Y si la ciudadanía del Partido le da continuidad a este equipo de gobierno, tampoco nosotros vamos a ser tan inconscientes de generarnos una situación que a futuro pueda ser insostenible o inviable”, sostuvo el funcionario en conferencia de prensa.
Sabe Pérez que la proyección inflacionaria para 2015 ronda el 30% y también que trasladar continuamente ese fenómeno a las tasas que paga el contribuyente puede acentuar la caída del cumplimiento fiscal. La experiencia indica que cuando la presión sube, crece también el índice de incumplimiento.
Las conversaciones van a continuar y es posible que en los próximos días se llegue a algún tipo de acuerdo que permita descomprimir, por ahora, la situación. La relación entre el sindicato y el gobierno no está rota ni mucho menos y ambas partes tienen más motivos para continuar la vieja sociedad que para romperla.
Pero saben también que los aportes de Nación y Provincia van a estar mucho más acotados –aún en un año de elecciones ambas jurisdicciones deberán cuidar los centavos y las chances de «dibujar» fondos es cada vez menor– y que con la recaudación propia es muy difícil poder afrontar el problema.
Por eso nadie duda que lo que sigue no va a ser fácil y que el creciente cuestionamiento que los municipales hacen de la conducción de Antonio Gilardi jugará en contra de poder repetir los históricos acuerdos.
Si a ello se suma el crecimiento de la planta de trabajadores y el hartazgo de la sociedad que muestra signos de cansancio por un servicio municipal demasiado caro para lo que la gente recibe a cambio, el panorama se complica seriamente.
Y como siempre pasa, todos los actores quieren salir lo mejor parados posible de este entuerto.