¿Está mal pedirle prudencia al Papa?

(Escribe Adrián Freijo)Siempre hemos admirado y sostenido el accionar del Papa y su visión abierta del mundo. Sin embargo esta vez nos permitimos pedirle claridad.

Francisco es un Papa al que le gusta «hacer lío»; el problema es cuando otros lo hacen en su nombre y pueden dejar en la gente la sensación de que el pontífice está cometiendo una imprudencia o, lo que es peor, interfiriendo en la vida pública argentina.

Son muchos los que hablan «en nombre de Francisco» y generalmente lo hacen pretendiendo interpretar las palabras o los gestos del Papa. No se dan cuenta de que de esa forma se convierten en funcionales a todos aquellos que les está haciendo falta que la evaluación de sus gestos y actitudes aparezca ligada a la del líder de los católicos.

Por estas horas el gobierno buscaba desesperadamente un motivo para encarcelar a Jaime Stiusso, el espía al que hasta ayer nomás protegía y al que hoy quiere desesperadamente culpar de la muerte de Alberto Nisman.

Buscó para ello en las causas que ya tenía abiertas pero concluyó que los tiempos procesales no daban para lo que necesita y que no es otra cosa que sacarlo de circulación y ponerlo en un lugar en el que lo tenga controlado y en condiciones que sean lo suficientemente duras como para obligarlo a negociar.

Y justo en ese momento de desorientación aparece una denuncia que le abre la puerta a indagarlo e inmediatamente detenerlo por existir riesgo procesal de que se profugue.

El legislador de la fuerza política “Bien Común”, Gustavo Vera, quien mantiene una relación estrecha con el Sumo Pontífice, confirmó que presentó ante la justicia una denuncia contra Stiusso por «enriquecimiento ilícito, lavado de dinero, tráfico de influencias y cohecho», concretados a través de empresas que presuntamente formó junto a otros agentes de la ex SIDE cuando ejercía funciones en ese organismo.

Vera es amigo del Papa y suele abusar de esa relación en forma algo imprudente al querer representar a cada paso el pensamiento de Francisco.

Asimismo, dijo que el Papa «entiende que esta gente pertenece a los sótanos de la democracia, que es gente que hay que investigar, que ha hecho mucho daño a la democracia argentina».

Una torpeza imperdonable de Vera ya que lo mete de cabeza a Francisco en una de las causas más graves de la historia argentina y lo coloca además del lado de la estrategia del gobierno.

No eran pocas las críticas por el atroz silencio que tronaba desde el Vaticano. No hubo una sola palabra papal sobre la muerte de Nisman y la verdad es que el hecho de que Roma condena el suicidio como un acto de soberbia frente a Dios pareció, al menos endeble. Sobre todo en un Papa que suele repetir como un latiguillo aquel «quien somos nosotros para juzgar».

Vera ha dicho ahora que Stiusso espiaba a Bergoglio en la Argentina por orden de los Kirchner. Tarde…el daño ya está hecho.

Si hasta parece que alguien lo llamó para ordenar despegar al Papa de esa denuncia que, aún cierta, es inoportuna. Siendo grave la vinculación de agentes de inteligencia con los delitos que Vera les achaca no es menos cierto que no se está frente a un hecho flagrante o por producirse. Bien podía esperar hasta que, al menos, se supiese quien será el juez que investigará la denuncia de Nisman.

Sea como fuese, Francisco deberá poner las cosas en orden y cerrar la boca de todos sus intérpretes. De otra forma costará mucho creer que no está metido hasta el tuétano en los asuntos argentinos y que su afirmación de que Cristina tiene que terminar el mandato ha trocado en un apoyo que parece en principio…imprudente.

Como están hoy las cosas, uno tiene la respetuosa tentación de pedirle que sea un poco más cuidadoso.