El «día después» comienza a preocupar a muchos en el oficialismo

Por Adrián Freijo –  El fracaso económico y el mal humor social comienza a quebrar lealtades en el oficialismo y no son pocos los que se replantean el futuro. En Mar del Plata crece el temor.

Ya nada queda del optimismo inicial al que, una vez más, muchos personajes del oficialismo convirtieron en soberbia. Las cosas no caminan, la economía se cae a pedazos y aquella clase media que hace apenas dos años se abroqueló para echar a Cristina y a los suyos, hoy no parece tan convencida de que valiera la pena elegir a Mauricio Macri para encabezar un proceso de cambio que debía iniciarse con la «desperonización» de la política argentina.

A poco de andar todos toman nota de que el peronismo vuelve por sus fueros, que Cristina está hoy más cerca de zafar de sus males legales con el simple expediente de negociar una eventual candidatura con sus opositores internos a cambio de una garantía de libertad y que los propios jueces -con excepción de Bonadío que se juega en esto hasta su vida- ya no están tan apurados por buscar la verdad de aquella Argentina robada sin disimulo en la que, tal vez olfateando que solo es cuestión de aguantar un poco, los propios ladrones hacen fila para gritar a los cuatro vientos que fueron parte del latrocinio.

Y puertas adentro de Cambiemos su heterogénea dirigencia comienza a moverse con el mismo espasmo de la sociedad que supo acompañarla hacia el poder: aparecen los disensos, se multiplican las críticas, se amaga todo el tiempo con una ruptura y hasta se desobedecen órdenes directas de los líderes para buscar una imagen de unidad inexistente.

En La Matanza la intendente presentó un proyecto para declarar la emergencia económica y social en el distrito y en Cambiemos daban por hecho que sus propios concejales no se subirían a un proyecto de Magario, de pésima relación con Vidal y tal vez la intendenta más enfrentada a la gestión de la gobernadora.

Gran sorpresa cuando, desoyendo una orden directa de La Plata, los ediles macristas acompañaron el pedido de la jefa comunal; lo que no marca una ruptura pero es un mensaje con el estruendo de un grito tribunero.

Acá en Mar del Plata las dudas ya no alcanzan solo al redicalismo. El disenso de la representante de la Coalición Cívica y su postura de férreo control de los actos de gobierno de la administración Arroyo amenazan con convertirse en un estado de permanente beligerancia. ¿Cuántas vacaciones más accederá a tomarse María Angélica González cada vez que llegue al recinto un tema que requiera de una mayoría que no siempre está dispuesta a conformar?.

Pero esta fragilidad política está llegando ahora a las puertas del despacho principal de la comuna. Aquella división existente entre quienes pretendían convencer a Carlos Arroyo de bajar los decibeles de sus peleas políticas -lugareñas y provinciales- y quienes lo azuzaban para seguir adelante en contiendas de escaso valor político y que en realidad respondían más a inquinas personales de los azuzadores que a necesidades prioritarias de la ciudad, comienza ahora a generar una grieta inocultable que coloca a cada cual a un lado de la pregunta que nadie parece hoy saber o querer responder: ¿y qué pasará el día después?.

Los tiempos se agotan, las alianzas aparecen y el panorama general no asegura hoy esos segundos cuatro años que al menos postergue por un tiempo la necesidad de encontrar una respuesta.

Quienes bien quieren al jefe comunal -básicamente sus familiares y amigos- ven con preocupación que los que lo incitan al combate perpetuo no solo son cultores del «animémonos y andá» sino que además ya están buscando el calor de nuevos soles a los que prometen acompañar con traiciones e información a la hora del cambio de aire.

Tal el caso de un conocido y cuestionado empresario, que supo ser fulgurante estrella de Cambiemos hasta que una foto suya bajando esposado de un celular lo eyectó de los favores de la gobernadora, y que en los últimos días comenzó a enviar señales de humo a importante empresario local -convertido en enemigo y objetivo de un poder que busca apagar su cartel- ofreciéndole toda la información necesaria para evitar un nuevo ataque de Zorro Uno sobre los intereses del mismo. Una reedición local de aquel «Arlequino…servidor de dos patrones».

El tan temido «día después» ya está entre nosotros. Y nadie quiere quedar a la intemperie, aunque para ello deba a recurrir a las más miserables prácticas humanas.

Algo tan común en la política lugareña…