El desafío: el gobierno debe convertir miedo en confianza

RedacciónCambiemos arrasó en casi todo el país y el lunes amaneció con aumentos de nafta, gas, luz y monotributo. Vienen reformas en lo laboral, fiscal y previsional. ¿Votó eso la gente?.

El fantasma de Cristina asustó demasiado a una sociedad harta de autoritarismo, corrupción y mala praxis económica. Un porcentaje muy grande de argentinos comprendió que aquella sensación de bienestar consumista, construida sobre un déficit alocado y una emisión monetaria que se intentaba disimular manotenado las reservas, los fondos de la ANSES, los encajes de los bancos oficiales y los créditos bolivarianos nos llevaban a un estallido imposible de contener y en un plazo muy corto.

Esa misma gente no estaba dispuesta a seguir observando pasivamente el saqueo de los dineros públicos por parte de una banda descontrolada que ni siquiera cuidaba las formas al momento de quedarse con lo ajeno. Ni a soportar que la provincia de Buenos Aires se siguiese inundando, llenando de inseguridad, viendo como se destruían sus rutas, hospitales y escuelas, cayendo en manos de una corrupción policial emparentada con la droga, los secuestros extorsivos, las bandas de piratas del asfalto y todo otro tipo de criminalidad mientras la única «receta» oficial era pintar todo de naranja, agobiarla con publicidad y proponer como continuidad a gente más sospechada de pertenecer a las bandas que de defender las instituciones.

Cristina, la que ni siquiera entregó los atributos del poder a su sucesor demostrando su desprecio por la democracia representativa, nada hizo para cambiar aquella imagen prostibularia que ni siquiera pudo disimular con un estilo forzadamente republicano y su agotadora gira por medios de difusión que realmente no supieron o no quisieron indagarla a fondo.

Y ganó el oficialismo; y ganó bien. Los números finales bien pueden ser tomados como un espaldarazo a la gestión de Macri, de Vidal, de Cambiemos.

Pero…¿realmente fue así?.

La gente quiere un cambio de esta ajada democracia argentina, y Macri y los suyos supieron interpretarlo. ¿Están sin embargo dispuestos a llevarlo adelante?, ¿es la gente el objetivo principal de la gestión?, ¿entiende que no es la gente la que debe pagar los desastres de una clase política errada e impresentable?.

¿Serán los que más tienen los que se pongan al hombro el sacrificio de la recuperación?, ¿o una vez más todo el peso caerá sobre esa castigada clase media que a veces aparece desorientada y hasta falta de compromiso con el conjunto pero que siempre termina poniendo un freno a quien se cree dueño del poder y la impunidad?.

«El día siguiente» amaneció con fuertes aumentos al combustible, a la luz, el gas, el monotributo y, anuncian, el transporte. Se viene la reforma laboral -que aunque se trate de amortiguar no será por cierto para aumentar los derechos de los trabajadores sino todo lo contrario- la fiscal, que por lo que se ha anunciado poco y nada tiene de progresiva y más bien parece pensada para alivianar de cargas a los empresarios, sin diferenciar entre pymes y grandes grupos empresarios y la previsional -sobra la que el gobierno ya ha anticipado normativas a la ANSES, consistente en la baja dramática de las posibilidades de acceder al beneficio del retiro, cambiándolo por una especie de «plan social» sensiblemente menor a la ya vergonzosa jubilación mínima.

En 1999 la Alianza ganó con una mayor cantidad de votos de lo que ahora lo hizo Cambiemos. Y muchas de estas medidas se implementaron mientras otras no llegaron a concretarse por el escándalo que generaron (reforma laboral y baja en las jubilaciones). Y aquella clase media que había eyectado a la corrupción menemista del poder terminó abandonándola primero y expulsándola del gobierno después.

Ojalá los asesores de Macri sepan aconsejarlo y explicarle que no se puede tapar el sol con las manos. Que cuando una sociedad vota «contra» alguien, cumplido el objetivo de sacárselo de encima comienza a exigir de quien lo suplanta las respuestas que demuestren que es distinto.

No más corrupción, no más decadencia institucional, no más publicidad y circo, no más mentiras. Y sobre todo…entender que a la balanza social argentina la equilibra esa nunca atendida clase media.

¿Sacrificio?…si, claro; la Argentina devastada no sale sin una fuerte cuota de esfuerzo conjunto.

Pero de todos…de todos…