La decisión del Gobierno de mantener el tipo de cambio oficial clavado en $ 8,50 desde hace tres semanas no es gratis en un contexto de inflación elevada.
Mientras gana transitoriamente calma financiera y evita otro salto en los precios, estira el sufrimiento de las fábricas que pierden competitividad externa, según advierten economistas consultados por PERFIL. Estas son las cuatro claves del dólar congelado:
– Ancla antiinflacionaria. El que se quema con leche ve una vaca y llora, decía el viejo refrán. El Gobierno no quiere replicar la experiencia de enero, cuando la devaluación de casi 20% se convirtió en una montaña rusa de precios. “Tienen miedo de repetir las consecuencias del ajuste de principio de año”, asegura Fausto Spotorno, de OJF. “Pero, de todas formas –aclara–, sin haber movido el dólar, la inflación se mantuvo firme, con aumentos mayores al 2% de marzo hasta ahora”. De este modo, se lograría contener un desborde y conciliar un incremento cercano al 30% en 2015, más alejado del 40% de este año que pronostican en su mayoría las mediciones privadas. Aunque está claro que no soluciona el tema de fondo, anula una mayor caída del salario real en los próximos meses. “Atrasar el tipo de cambio gana elecciones”, suele resumir Marina Dal Poggetto, directora del estudio de Miguel Bein.
– Más recesión. Los analistas afirman que –en un contexto en el que la inflación se comió los beneficios de la devaluación de enero– el atraso afecta la rentabilidad de las economías regionales (ver aparte), la de los exportadores en general y, de rebote, la de todo el entramado productivo. “El cepo cambiario y las menores exportaciones derivadas de la falta de competitividad cambiaria y la caída del precio de la soja obligan a restringir importaciones para mantener el superávit”, afirma Camilo Tiscornia, de C&T Consultores.
Mientras el tipo de cambio en Argentina no se mueve, Brasil –nuestro principal socio comercial– arrancó hace rato con la devaluación de su moneda.
De todas formas, Ramiro Castiñeira, de Econométrica, cree que en los últimos meses el Gobierno tuvo que elegir qué tipo de recesión le convenía: la de la devaluación o la del atraso cambiario. “Finalmente optó por atar el dólar, reducir la monetización del déficit y empezar a colocar deuda”, destaca.
– ¿Alivio fiscal?. Habitualmente, la devaluación tenía un impacto fiscal positivo. Permitía licuar gastos con el aumento de la recaudación de los principales complejos exportadores. Sin embargo, los analistas aseguran que actualmente el freno del dólar juega a favor de la estructura de subsidios.
“Con las actuales necesidades de importación de energía, mantener el tipo de cambio ayuda en realidad a reducir gasto”, resalta Francisco Gismondi, de Empiria. “Si devalúan, la mayor recaudación por exportaciones se va en los barcos con gas”.
– Bicicleta. Las últimas medidas tomadas para desactivar la presión devaluatoria y aquietar el dólar también tienen otro efecto: la suscripción de los bonos en pesos ajustados por el tipo de cambio oficial logró bajar la brecha del oficial con el blue, pero a la larga desalentaría la inversión productiva. “El Gobierno no sólo convalida el ajuste de la actividad, sino que propicia el negocio financiero por sobre el negocio productivo: en vez de comprar bienes de capital, las inversiones se vuelcan a este tipo de herramienta”, afirma Rodrigo Alvarez, de Analytica.
Despidos ‘por goteo’
El diputado oficialista Héctor Recalde negó ayer que en la Argentina haya “despidos masivos”, sino “algunos” casos, aseguró, “y por goteo”, y atribuyó evaluaciones en contrario a una búsqueda de “instalar el miedo” en los trabajadores. “No hay despidos masivos, hay algunas suspensiones, sobre todo en la industria automotriz. Hay algunos despidos y es por goteo”, resaltó el abogado laboralista y ex aliado del líder de la hoy CGT opositora, Hugo Moyano. “Lo que pasa es que, cuando se instala el miedo, éste paraliza y el trabajador no reclama sobre derechos que son violados, se aguanta cosas que no tendría que aguantar”.
“Pero no hay despidos masivos, hay algunas suspensiones, sobre todo en la industria automotriz”, repitió. Sin embargo, el legislador advirtió que “no son las suspensiones que uno conoció en otras décadas”.