Francisco debió acortar varias horas su visita y suspender diversas actividades. «Yo no tengo palabras, pero el Señor sí», dijo en un oficio religioso.
El Papa Francisco, que hoy se trasladó a la ciudad de Tacloban, arrasada por el tifón Haiyan en noviembre de 2013, debió acortar varias horas su visita a esa localidad por la amenaza de la tormenta tropical Mekkhala, que se acerca a la costa este de Filipinas con vientos de hasta 130 kilómetros por hora. De tal modo, se resolvió que Francisco regresara a la capital Manila unas cuantas horas antes de lo previsto.
Antes de emprender el regreso, el Papa oficíó una misa conmovedora en el aeropuerto de Tacloban, abarrotado de fieles a pesar de la lluvia y el viento que afectaba a la ciudad. Allí, Francisco improvisó en español ante los sobrevivientes del tifón: «Yo no tengo palabras, pero el Señor sí». El Pontífice había preparado una homilía, pero decidió no pronunciarla para hablar en español y sentirse más cerca de la gente de Tacloban, afectada por las muertes y las pérdidas materiales que provocó aquel fenómeno natural.
«Tantos de ustedes han perdido todo. No sé que decirles. No tengo palabras. Él (Señor) sí sabe que decirles. Tantos de ustedes han perdido la familia y yo sólo puedo guardar silencio. Sólo se les puede acompañar en silencio», dijo emocionado en la explanada del aeropuerto de Tacloban, que durante el tifón de noviembre de 2013 quedó bajo más de siete metros de agua. La organización distribuyó entre los fieles impermeables amarillos y también el Papa recibió uno en el aeropuerto y lo llevó puesto incluso durante la ceremonia. «Yo no tengo más palabras que decirles. Miremos a Cristo. Es el Señor, y él nos comprende porque pasó por todas las pruebas que pasaron ustedes», les dijo.
El mal tiempo determinó que no se pudiera cumplir con gran parte de la agenda que tenía prevista Francisco. Así, debió suspenderse la inauguración del «Centro Papa Francisco para los pobres» en la localidad de Palo, donde se emplaza un complejo que da cobijo a huérfanos, ancianos y enfermos. Tampoco se pudo concretar una reunión del Papa en la catedral de Palo con obispos, religiosos y supervivientes del tifón. El principal objetivo de su visita a la ciudad era, precisamente, consolar a las miles de víctimas del tifón Haiyan, que arrasó Tacloban en noviembre de 2013, donde murieron cerca de la mitad de las 6.300 víctimas mortales que dejó aquella tormenta.
Con vientos sostenidos de 100 kilómetros por hora y ráfagas de hasta 130, se espera que la tormenta llegue a la costa este de Filipinas, donde se encuentra Tacloban, a lo largo de la tarde o noche de hoy, por lo que las autoridades filipinas han declarado en seis regiones el nivel de alerta 2, de un máximo de 4. Si la tormenta, que tiene un diámetro de 400 kilómetros y se prevé que cause intensas precipitaciones, sigue la trayectoria prevista, es posible que Manila, a donde regresó hoy mismo Francisco (a quien los filipinos han dado el cariñoso apodo de Lolo Kiko, que significa Abuelo Kiko).
Durante la misa, Francisco explicó que cuando vio la tragedia que estaba sucediendo en Filipinas en 2013 decidió que tenía que venir. «Me dirán que un poco tarde, pero vine para decirles que Jesús es el señor y que no nos defrauda», añadió. El Papa continuó con su homilía totalmente improvisada y dijo: «Padre, me podrán decir, a mí me defraudó Dios porque perdí mi casa, mi familia, estoy enfermo. Es verdad lo que me decís, y yo respeto tus sentimiento, pero lo miro ahí, clavado, y sé que desde ahí no nos defrauda». Francisco concluyó pidiendo perdón. «Perdónenme si no tengo otras palabras, pero tengan la seguridad de que Jesús no defrauda. Tengan la seguridad que el amor y la ternura de nuestra madre no defrauda», les dijo